“Esta era la segunda casa en la que íbamos a vivir, así que teníamos muy claro lo que queríamos: un piso céntrico, luminoso, interiores abiertos para aprovechar al máximo los metros cuadrados, y las vistas como prioridad", nos explica Cristina del Valle, de Málaga.
Una reforma junto al mar
"Cuando encontramos este piso supimos que era lo que buscábamos y, aunque estaba en muy mal estado, vimos que era una apuesta segura. Al estar cerca del mar, el salitre había deteriorado la carpintería exterior y la terraza en general, que, junto a la cocina, fue uno de los espacios al que dedicamos más tiempo. El clima de Málaga invita a hacer vida en el exterior gran parte del año, de ahí que decoráramos la terraza como un espacio más del piso y la incorporáramos al salón. Entre los dos espacios nos pareció una buena idea instalar una puerta de acordeón de cristal que se puede abrir por completo".
Calidez entre amigos
"También diseñamos una cocina abierta porque solemos invitar a nuestros amigos y nos encanta cocinar con ellos sin tener que aislarnos ni para preparar el café. Y cuidamos mucho la iluminación, ya veis que la luz natural se impone en toda la casa y, como no nos gustan las lámparas, empotramos luces en el techo. La chimenea del salón fue un capricho... pero la verdad es que nos da una calidez y una sensación de confort únicos. Que fuera una casa cómoda, y que nuestro hijo de dos años pudiera moverse con cierta libertad era nuestro principal objetivo. Después de la reforma, podemos decir que hemos conseguido una casa en la que toda la familia puede compartir un único espacio pero, a la vez, cada uno puede hacer lo que más le gusta, ver la tele, estudiar, cocinar, disfrutar de la terraza... ¡Juntos pero no revueltos! Y, además, disfrutando de unas vistas privilegiadas desde cualquier punto de la casa”.