Cuando Margarita Freixas se hizo mayor, la casa se puso en venta y hace siete años Margarita y Joan Felip tuvieron la oportunidad de comprarla: “Pensamos que podría ser nuestra vivienda habitual –nos dicen– pero la zona es demasiado tranquila y, a veces, necesitamos otro ritmo, así que solo la usamos de segunda residencia”.
A pocos kilómetros de Barcelona, en una zona con fuentes medicinales atrajeron en el siglo XIX a personas con problemas respiratorios. “Los médicos recomendaban a sus pacientes pasar el verano aquí para tomar las aguas –explican– y, poco a poco, se creó una interesante colonia de veraneantes, lo que derivó en la construcción de bellas casas de época que, como la mía, están catalogadas y protegidas por el Patrimonio.” Este detalle determinó toda la rehabilitación posterior. Hubo que respetar la edificación original situada junto a la piscina –el antiguo gallinero– y la fachada, en la que únicamente pudieron añadir matices de color en muros y carpintería. “Empolvamos el blanco original y cambiamos los detalles que había en tonos verde botella”.

Vida en familia
La casa que susurraba su historia
El interior, en cambio, ganó profundidad y perspectiva. “La casa parecía un escenario de vodevil lleno de puertas, pequeñas habitaciones y ventanas nimias”, recuerda Margarita. Una de las primeras intervenciones fue la de abrir un enorme ventanal con cuarterones de carpintería de hierro en la fachada posterior: “Las ventanas pequeñas protegían del calor y, de hecho, cumplían su función ya que la casa era y sigue siendo fresca en verano –ni siquiera necesitamos aire acondicionado–, pero preferimos conectar el interior con el exterior”.
Un magnífico jardín con seis pinos centenarios y un viejo naranjo que produce excelentes frutas amargas. “Mi marido, que es muy aficionado a la cocina, hace con ellas una deliciosa confitura que regala a nuestros amigos...”.

RENUEVA TU CASA
50 pisos reformados con ideas geniales
Entusiastas de la decoración, han querido incluir en la casa todo aquello que les iba enamorando a lo largo de los años: “Nos encanta el interiorismo y la decoración es 100% nuestra”, afirman. Diseñadora de prendas de baño durante décadas, Margarita se dedica ahora al arte: “Empecé a pintar como afición pero ha pasado a ser algo vital, muy importante para mí y en este refugio que los fines de semana bulle de energía y vida, trabajo muy a gusto”.