Entras en el salón de este piso de Barcelona en un día de sol y algo sucede. Es una sensación. Inmediata, intensa, pero una sensación. ¿Qué es? Su luz te envuelve, te abraza... da hasta más ganas de vivir. Es como cuando viajas a otro país y la luz es distinta.
“Nosotros también nos enamoramos de este piso por la luz, que entra por los ventanales de tres de las fachadas. Luego también nos gustó su distribución cuadrada y sus espacios amplios y comunicados. Nos dimos cuenta enseguida de que podíamos convertirla en nuestra casa ideal”, explica Laura, la propietaria. Y es que uno no puede sino maravillarse por ese sol de mediodía que se filtra a través de unas delicadas persianas de bambú, y se deslizan sobre muebles y telas. Qué serenidad, por favor.
Puede que el secreto del alma de este piso sea precisamente que Laura se ocupó ella misma de decorarlo, ¡y hasta diseñó algunos muebles! No nos extraña nada que la casa tenga su personalidad grabada. “Hicimos muchas cosas a medida, para adaptarlas a lo que buscábamos. Yo siempre digo que es una ‘casa de carpintero’, porque gran parte del mobiliario lo diseñé yo, pero con la colaboración imprescindible de Manolo Hernández, un gran artesano con el que nos entendemos a la perfección. Yo le explico lo que quiero y él lo sabe interpretar a la primera”.
El salón es amplio y cómodo. Se nota que es el principal espacio de vida y que la familia lo disfruta. Las estanterías empotradas son un ejemplo de cómo aquí todo se pensó al milímetro. Hay una tras el sofá y otra junto al rincón de estudio, con un retranqueo creado para integrar el radiador. Este espacio, “donde tengo la mesa de despacho y la mesa del comedor, era antes la terraza. Cuando hicimos la reforma decidimos integrar la mitad de la terraza en el salón, de manera que ganamos unos metros preciosos y también unos rincones con una luz maravillosa”.
Junto al comedor, la cocina está organizada en una práctica forma de “U”, con un gran ventanal al fondo que permite trabajar con luz natural gran parte del día. También en los dormitorios el trabajo de carpintería resultó esencial. En el de la pequeña Laura, de 13 años, “Manolo hizo la mesa y el cabecero siguiendo un diseño de la interiorista Emma Massana, que es amiga mía”.
En el principal, un amplio espacio a pie de cama hace las funciones de vestidor, entre la banqueta y los armarios a medida hasta el techo. Toda la casa está pintada en relajantes tonos de beige, una gama de color que da infinitos matices a la luz natural. Esa luz tan cálida... que da ganas de vivir.