Los británicos adoran España. Eso lo sabemos todos, por lo que no nos extraña nada el dato de que el escritor inglés Tom Sharpe tuviera una casa en la Costa Brava, donde residió desde 1995 hasta su muerte, en junio de 2013. En la evocadora localidad costera de Llafranc, vivió y murió. Más nos sorprende poder entrar en la vivienda, ¡y que justo pertenezca a una de nuestras lectoras!
“Era muy discreto, pero por las tardes podías ver a Sharpe tomarse su whisky en el hotel Llevant. Todos en Llafranc sabían que el escritor vivía aquí. Recuerdo que leí sus novelas de jovencita. ¡Quién me iba a decir que yo terminaría viviendo en la que fue su casa!”, dice una ilusionada Silvia Alsina, que cuenta cómo en lo que hoy es su hogar el escritor “escribió uno de sus últimos libros, Los Grope”.
Pero a Silvia y su familia no les bastaba con saber que el padre de Wilt había habitado en estas cuatro paredes, sino que han decidido convertir su casa en todo un homenaje al escritor: “Después de la reforma, a todas las habitaciones les pusimos el nombre de una de sus novelas. La de los niños, cómo no, se llama Reunión tumultuosa. Mi hijo Albert escogió para su habitación El temible Blott, y la mía está dedicada a la novela que le hizo célebre, Wilt. Uno de los baños es Zafarrancho en Cambridge y el otro, Una dama en apuros. La habitación de invitados se llama Los Grope. Este juego de nombres ha sido nuestra pequeña forma de homenajearlo”.
La casa respeta el estilo tradicional del Empordà, de paredes encaladas y puertas y ventanas en azul añil. “Conservamos el espacio como el escritor lo tenía organizado, en torno a la chimenea y con la cocina abierta a un patio que hemos llenado de lilas y plantas aromáticas. Es donde pasamos la mayor parte del tiempo, alrededor de la enorme mesa diseñada por Quique, mi pareja, que es un gran aficionado a la carpintería. Tanto, que incluso ha convertido el sótano en su taller”, comenta su actual dueña.
“Suelo bromear diciendo que Quique se ocupó del hardware y yo del software, es decir, él de la parte técnica y yo de la decoración”.
Silvia “quería darle un toque personal y veraniego, con madera y lino, telas antiguas, muebles de mimbre, antigüedades que me ha descubierto Oriol, mi anticuario de la Bisbal, y toques de papel pintado”, explica.
“Como no pudimos conservar un recuerdo personal de Sharpe, ya que sus herederos se lo llevaron todo, en un rincón del salón hemos colocado una máquina de escribir Remington del siglo XX sobre un mueble de notario inglés. Para nosotros es su rincón. En el minibar siempre hay una botella de The Famous Grouse, el whisky que Tom solía tomar cada tarde en su paseo por Llafranc”. El escritor estaría encantado.