Dicen que sólo una o dos veces en nuestra existencia nos cruzamos con quien podría ser el amor de nuestra vida. Es un flechazo. Ves a esa persona y sucede: sabes que ya nada será igual. A veces la dejamos escapar. Otras, la retenemos y defendemos con todas nuestras fuerzas. Algo así le pasó a Pilar con este piso en la pluscuamperfecta ciudad de San Sebastián. Puede que el entorno ayudara. Pero de sentir el flechazo, lo sintió.
“La primera vez que visité este piso era un día nublado y, aun así, la claridad dominaba todos los ambientes”, recuerda. “Un auténtico lujo, sobre todo en San Sebastián, donde los días soleados escasean. Y claro, me encantó”. Movida por ese amor a primera vista, se dio cuenta de que estaba dispuesta a todo. Y de que los detalles encajaban.
La enamoraron “los elementos arquitectónicos originales propios de un piso regio centenario: techos de cuatro metros de altura, molduras, carpintería y suelos de origen... Elementos imposibles de lograr en una casa nueva”. Y, animada como estaba por este flechazo, se atrevió con la reforma. Y no sólo eso: al contrario que el resto de mortales, en lugar de padecerla, ¡disfrutó con ella!
“Procuramos conservar los máximos elementos originales posible”, cuenta. “Una de las grandes sorpresas que descubrimos durante las obras fue el actual comedor. Antes era una habitación y habían bajado el techo. ¡Imagínate nuestra alegría al ver las molduras originales! Esto nos permitió mantener la continuidad visual con el salón, con el que se comunica a través de un gran arco”. Así, la casa fue empapándose de nuevo de su propia historia.
La cocina, la estrella de la casa
Otro cambio importante fue la cocina, que se ha convertido en la joya de la casa. “¡A todo el mundo le encanta!” cuenta la dueña. Aunque no siempre fue así, ni mucho menos estuvo ahí. “Antes era el comedor y la antigua cocina es ahora nuestro baño y vestidor. Con este cambio de ubicación hemos ganado una cocina amplia y superluminosa. Hacemos mucha vida aquí: comemos, los niños juegan, trabajamos...”
¿Lo curioso del caso? “Me inspiré en una cocina que publicasteis en El Mueble hace unos años. Me encantó, así que cuando tuvimos que planificar la nuestra, recuperé la idea y la adapté al espacio: las vitrinas, las baldosas del antepecho, los tiradores en forma de concha... Quien la ve, se enamora de ella”, comenta esta desde luego muy fiel lectora.
¿Hubo algo que se quedara tal cual? “Lo que apenas cambiamos fueron los dormitorios, tanto los de los niños como el nuestro, al que añadimos un baño en suite y un vestidor muy completo". Pero lo mejor de todo sigue siendo la luz natural que baña todas las estancias. Incluso en los días nublados de San Sebastián”. Sí, la misma luz del primer día, esa que la enamoró.