“Vivíamos en una casa grande, así que buscábamos un piso con luz natural y con un espacio exterior”, recuerda Montse cuando habla de la mudanza de la industrial (pero con pasado medieval) Manresa a la gran, cosmopolita y siempre mitificada Barcelona. Un cambio radical para una joven e ilusionada pareja con hijos. Cuando eres tú solo, da igual donde te metas. Cuando vas con niños, sabes que tienes una responsabilidad. El instinto les dijo que sería esta planta baja. “Estaba deteriorada y conservaba los suelos de mármol rosa originales y un patio desangelado”. El reto estaba claro: ¿podrían hacer de ella un lugar cómodo para toda la familia?
“Un día visitamos el hotel Àbac. Nuestro amigo el arquitecto Josep Riu, con GCA Architects, había diseñado su interior y lo habían premiado por ello. Le pedimos que trasladara a nuestro piso la misma funcionalidad y ese aire nórdico de materiales y tonos neutros”. Trato hecho.
Josep no lo dudó y creó una distribución nueva para sacar todo el partido a esa joyita de nuestros días que es un patio. “La zona de día es amplia y las habitaciones son como cabinas de barco funcionales –explica–. Ampliamos las aberturas para conectar el interior con el patio. La madera tropical tratada le da calidez y la hiedra y los árboles decorativos, como el mandarino chino, se ven desde el interior y brindan sensación de oasis urbano”.
A esa misma sensación de oasis urbano remiten los muebles a medida lacados en blanco o realizados en roble natural, del mismo tono que el parquet, que subrayan la luz y amplían el espacio. ¿Quién diría que estamos en medio de la gran ciudad?
En esta casa, sencilla y funcional como se plantearon sus dueños, vemos pocos muebles, pero tienen varios usos, algo muy práctico en un hogar con niños, que parece crecer y mutar con ellos. Es el caso del banco del salón, que deja paso a las vistas, ofrece almacenaje e integra el radiador. O el cabecero del dormitorio, que separa la cama del vestidor. Por un lado incluye las mesillas y las luces y, por el otro, es una cajonera con puertas correderas para aprovechar centímetros. Chapeau.
“Es fácil vivir aquí. Y los niños y nosotros hemos disfrutado mucho del patio, ellos con las bicis o con juegos de agua, nosotros cenando con amigos”, concluye Montse, satisfecha (también de haberse atrevido).