Las vistas de este dúplex sobre el mar resultan, como poco, inspiradoras. Poderosas. Evocadoras. L'Escala (ese pueblo de postal de la Costa Brava), Roses y hasta el cabo Norfeu, ahí, a nuestro alcance. El Mediterráneo y su luz... Podríamos decir tantas cosas, y sobre todo quedarnos en este salón contemplándolas, horas y horas. Así que no nos extraña nada que a sus dueños les sugiriera un cambio de vida. Lo compraron como apartamento de fin de semana, pero cada vez quieren pasar más tiempo en él. Normal.
El piso, en realidad, “estaba deteriorado y lo querían como segunda residencia, pero con la intención de pasar la mitad de la semana en él”, recuerda el interiorista Miquel Moya de MM Estudi. Junto a la decoradora Gemma Mateos, les propusieron “crear una gran zona de día y abrirla a las vistas, con los dormitorios arriba y hacia la fachada trasera, más tranquila”. Porque, claro, esas vistas había que aprovecharlas.
Prolongaron el sofá con un banco de obra bajo las ventanas. “Buscamos la limpieza estética para acompañar las vistas. El panel que encuadra el salón, con la chimenea y la librería, por ejemplo, es una pieza de chapa de hierro, barnizada para igualar el tono”. Y los paneles de DM azul marino que delimitan el comedor y el estudio responden al deseo de los propietarios, un matrimonio con dos hijas, de darle al piso “un aire marinero y acogedor, además de práctico”. El mar manda en esta casa.
El panel del comedor esconde una tira de leds que le da calidez de noche, y el del escritorio, armarios encima y debajo de la hornacina, muy cómoda para guardar libros. “Diseñamos más zonas de almacenaje para el futuro”, dicen los interioristas. Para potenciar la calidez, instalaron un parquet de roble de lama ancha y salpicaron las estancias con muebles de madera decapada o recuperada, como la mesa de centro, el escritorio y la puerta antigua que sirve de cabecero.
¿Los acabados? "Naturales y mates, como el de los paneles de DM o la encimera de la cocina abierta al salón”. En ella, todo está pensado para que se integre bien en la decoración: los muebles no tienen tiradores, la campana está encastrada en el techo y no hay módulos altos. Detrás de la isla central, toda la pared es un “armario hasta el techo que ofrece almacenaje y esconde la nevera, la lavadora y la secadora. Y la península sirve de barra de desayunos o para tomar el aperitivo con amigos.
Aquí y allá introdujeron contrastes. Como los taburetes y flexos industriales o las sillas blancas de estilo nórdico del comedor y del office. Tampoco faltan guiños al estilo rústico y mediterráneo que pidieron los propietarios. Una butaca de madera y enea, alfombras de fibra vegetal y el papel pintado del dormitorio. “Simula cañitas y contrasta con el armario blanco, que aligeramos eliminando las puertas centrales y añadiendo las baldas y forrando la trasera con el mismo papel”.
En el baño, son las baldosas que imitan mosaico en gris oscuro las que contrastan con los tonos claros. El piso ha cambiado por completo. Como la vida de sus propietarios, que ahora alargan los fines de semana todo lo posible (nosotros también lo haríamos).