Hace unos meses Carmen emprendió la aventura de encontrar piso. “Tenía muy claro lo que quería, un espacio no muy grande, pero luminoso y muy cómodo, donde tenerlo todo a mano”, recuerda. En su búsqueda ha contado con la experiencia de la interiorista Lourdes Alba, de Estudi Metro.
“El piso está en un edificio de unos sesenta años y diversas reformas ocultaban la gracia de la construcción original –comenta Lourdes–. La primera decisión fue rescatar los elementos arquitectónicos genuinos y crear luego un espacio diáfano y práctico. Eliminamos el falso techo y dejamos a la vista las vigas y las bovedillas, que pintamos de blanco. También recuperamos el esplendor de la antigua carpintería, decapándola”.
Carmen está realmente feliz con el resultado: “Me encantó colaborar con Estudi Metro, son grandes profesionales. Ha sido una gozada y he aprendido de cada etapa del proceso, ha sido muy divertido”.
Una de las características más atractivas de esta vivienda es que cuenta con dos fachadas, que se unen en un balcón que se proyecta sobre la calle. “La planta es casi cuadrada –prosigue Lourdes–. Suprimimos todos los tabiques y creamos dos zonas principales, separadas por la pared maestra. La primera es la que ocupan el salón y la cocina, en un espacio único. Situamos el equipamiento de la cocina con su isla en la pared del fondo. Luego viene el comedor, que sirve de transición hacia el salón”.
Las paredes se pintaron de marrón capuchino sobre el que destacan los textiles y alfombras mayoritariamente blancos. “La casa tiene mucha claridad, ya que además de las dos fachadas tiene un patio de luces –explica Lourdes–. Esta ventaja la potenciamos instalando puertas acristaladas”. Como la que cierra el dormitorio, dándole intimidad sin robarle luz ni sensación de amplitud. En esta estancia, un cabecero de obra aprovecha al máximo el espacio disponible.