¿Quién no ha soñado con una casa en Los Hamptons? ¿Quién no desea un hogar como el de Diane Keaton en Cuando menos te lo esperas? Si ese deseo circula por algún sitio de nuestro subconsciente, esta pareja supo hacerlo real (y consciente). Y sin necesidad de mudarse a la Costa Este. En su caso, no fue sólo una inspiración cinematográfica, sino que vivieron “un tiempo en Estados Unidos y se sienten muy identificados con ese estilo de casas, muy luminosas, de tonos claros, con una gran cocina...”, explica Asun Antó, decoradora de Coton et Bois, y responsable del interiorismo de la vivienda.
En esta casa, el blanco y la madera son dos de los grandes activos, puesto que refleja esa admiración de los propietarios por la decoración típica de los hogares de la Costa Este americana. Según entras, lo ves. El suelo es espectacular. “Son lamas de madera pintadas en blanco y con un acabado especial, como de arena”, comenta Asun.
Y ahí la tienes a ella: la escalera, también blanca, otra de las grandes protagonistas de la vivienda. “Es una auténtica maravilla. Podrías imaginarte a Scarlett O’Hara bajando por ella”, bromea Asun. Y es que esta escalera (que comunica la planta de día con las habitaciones) atesora más de una anécdota, como la auténtica odisea que fue dar con una lámpara que estuviera a la altura de este espacio. “Nos costó horrores. Hasta que un día, en una feria en París, vi esta lámpara y me iluminé. No lo dudé, le mandé una foto a la propietaria y le encantó”.
Aquí no mandaron sólo dos manos (las de Asun), sino seis. Fue un juego a tres bandas. “Los propietarios tenían las ideas muy claras sobre qué querían para su nueva casa. Y esto facilitó muchísimo tanto la reforma como el interiorismo”. De hecho, la dueña es una apasionada de la decoración y del estilo de El Mueble: “Guarda todas las revistas. Y tiene mucho gusto. Ojo, tanto ella como su marido”, se apresura a matizar la interiorista. Es por eso que habla de seis manos: dos suyas y cuatro de los propietarios.
No fue una reforma integral. “La cocina y los baños sí se hicieron nuevos. Pero el resto se adaptó a las necesidades de una familia con dos niñas pequeñas”. La casa tenía una muy buena base, de ahí que, en la medida de lo posible, se intentaron conservar, mediante una cuidada restauración, tanto la carpintería, incluidos los armarios de las habitaciones, como el pavimento.
No es casual que la cocina fuera uno de los espacios que se reformó por completo. “Tenían clarísimo lo que querían: la cocina debía ser cómoda, acogedora y muy vivida, donde poder hacer mucha vida”. Muy Los Hamptons. ¿Y el rincón más especial? “El comedor de diario, que se ha habilitado junto a la preciosa bow window con unas vistas inmejorables al jardín”.
Si subimos las escaleras, además de comprobar que es cierto, y ¡una se siente como una estrella de cine a medida que va subiendo peldaños!, encontramos los dormitorios, donde el blanco una vez más es la base cromática dominante. Con pinceladas rosas en el caso de la habitación de las niñas y con tonos azules y tostados en el dormitorio principal.
“En el cuarto de las niñas rehabilitamos los dos armarios originales que flanquean la ventana y el banco a medida con cajones que aprovecha ese espacio” y añade sitio para guardar. Una escultórica bañera ovalada preside el baño del dormitorio principal. Los propietarios la querían sí o sí. Y es que, como dice Asun, todo en esta casa se gestó a seis manos.