Hay casas que nos entran por la vista. Esta nos entra, directamente, por la terraza. Una fantástica terraza urbana, amplia, verde a rebosar y con madera, mucha madera. Acogedora, moderna, con un look rústico y acogedor, y, nos prometen, fácil de mantener. Los muebles están hechos de madera de encofrar, un material que no necesita protección (y esa es la clave de su belleza). “Se seca, se agrieta... pero son cambios naturales y bonitos. Y además, en invierno puedes dejarlos fuera sin problema y, aun quitándoles las lonetas, siguen quedando bien”, explica Marta Tobella, de Sacum, responsable de la reforma.
Y, aunque nos quedaríamos eternamente aquí fuera, pasamos. “Cuando entré por primera vez, lo vi claro: había que reformarla por completo. Tenía un estilo de los 80, con paredes estucadas, puertas de haya, mil habitaciones y una distribución que no aprovechaba los metros que tenía. Tiramos paredes, comunicamos espacios con cristal, renovamos el mobiliario para darle un aire más actual y cálido, y buscamos la máxima comodidad en cada decisión”, cuenta Marta.
Diez diseños de distribución hicieron falta para dar con la ideal, porque en la casa (aunque cueste creerlo) sobraba espacio y era demasiado cuadrado
Finalmente, se invirtió la posición del salón y el comedor, y donde antes había una mesa en un espacio exagerado, se puso un sofá en ángulo.
Son cuatro en casa y un nuevo miembro está en camino, por lo que, si el espacio lo permite, los tamaños XL son ideales. ¿Pero de espaldas al jardín? “Buscábamos espacios amplios y colocando el sofá perimetral liberábamos el centro de la sala. Además, a la familia le gusta ver la televisión, así que no tenía sentido encarar el sofá al exterior”.
Igual que el sofá, la mesa también se eligió grande. Mide unos 140 x 140 cm, pero tanto el color del tablero como las patas de hierro la hacen ligera. “La combinación de madera de roble, hierro, lino y arpillera en el mobiliario, consigue darle un aire moderno y cálido a la vez”, dice la decoradora.
Es el look que respira toda la casa, de hecho, Marta utilizó los mismos materiales y tonos en todas las estancias para darles uniformidad. El suelo laminado, por ejemplo, reviste el suelo incluso de cocina y baño. Y el roble y el lino están presentes entres donde entres. Y es que, en esta casa, la repetición es armonía. Incluso en la cocina se ha seguido este esquema.
El mobiliario y la encimera son blancos, pero se han abierto unas estanterías de madera para vincularlas con el parquet y la mesa del office. Lo mismo ocurre con el acero ínox. “Los electrodomésticos eran de ese acabado, por eso hicimos una zona de acero, más técnica, para disimularlos. Y para que no pareciera un pegote, revestimos el área de cocción también de ínox. El objetivo era no dejar ningún material solo”.
Pasa igual con el color: el mismo gris recorre toda la casa, como lo hace la intención de conseguir la máxima amplitud. En la habitación de la niña se ha logrado con los muebles a medida en un gris ratón muy parecido al de la pared. Y en el pasillo, Marta sustituyó la pared que ocultaba la escalera por un armario de 40 cm de profundidad para la ropa blanca que hace de tabique y sobre el que se encaja la barandilla de cristal de la escalera que sube a los dormitorios. Una vez arriba, el cristal como separación vuelve a aparecer en la suite. Sustituye una de las paredes de la ducha y llena de luz el baño y el vestidor.
¿Y la intimidad? “Se consigue con una simple veneciana y una puerta corredera”, comenta Marta. Por dentro, Silestone blanco puro como el de la cocina para una de las paredes. Y para la otra, una baldosa listonada como el parquet, pero de color cemento para no saturar de madera un dormitorio extracálido y muy relajante.