En la Cerdaña, el paso de las estaciones cambia no solo el paisaje, sino la vida cotidiana de sus habitantes. Las casas deben estar preparadas para ello y la de Lali Cabaní lo está. En invierno, la piedra, la madera y la chimenea aportan la calidez necesaria para sentir que la casa es un refugio. Y con el buen tiempo, las amplias aberturas acristaladas, que comunican el interior con el jardín, el porche y las impresionantes vistas del entorno, son las mejores aliadas del relax.
La casa de esta decoradora floral es como un mirador privilegiado de este lugar de belleza imponente: un valle rodeado de altas montañas que se cubren de nieve en invierno, y con extensas llanuras verdes salpicadas de flores silvestres en primavera. Flores que se transforman en bellos arreglos decorativos de la mano de Lali.
Está acostumbrada a jugar con formas, texturas y colores y eso es algo que se nota en la decoración de su casa. Los tonos de las tapicerías y la lencería, los materiales naturales que revisten todas las superficies y los espacios diáfanos forman un conjunto armónico.