Son cosas que pasan. Esta casa en Alella, cerca de Barcelona, perteneció antes a otra pareja. “Se nota que la hicieron con mucho cariño, lo habían pensado todo muy bien, tenía buenas calidades y estaba muy cuidada”, cuenta la interiorista Jeanette Trensig. Pero se separaron. Y la vendieron. Así fue como el destino quiso que fuera a parar a manos de sus actuales propietarios, una pareja con dos hijos.
Era una casa bien proyectada, con infinitas posibilidades y un porche donde nos quedaríamos a vivir (y con algo que siempre viene bien: buenas soluciones para guardar). Junto con Jeanette, los propietarios la renovaron y la casa empezó una segunda vida. ¡Un brindis por las segundas oportunidades!
“Buscamos tonalidades neutras y, al estar cerca del mar, me apeteció darle azul. Incluimos detalles como los cojines de seda de Estambul, o la consola azul del comedor”, que junto con el gran cuadro en tonos azules crean un rincón de lo más marinero.
¿Y el porche? “Tiene una mesa de hierro igual que la de la cocina, por lo que se puede unir y crear una mesa más larga si tienen una cena para muchos. En la cocina la combinamos con sillas Tolix para darle un aire industrial.
“Esta casa es acogedora y alegre”, resume la interiorista. Y es que, a veces, segundas oportunidades sí son buenas.