Un porche mediterráneo nos invita a entrar en este paraíso privado. El comedor de verano nos recibe, informal pero muy acogedor, bajo la buganvilla que empieza a florecer. Su encanto hechiza y nos transporta hasta una villa italiana, pero estamos en Málaga y este maravilloso viaje acaba de empezar.
Salón y comedor cruzan la frontera hasta Francia. La riqueza ornamental se refleja en las cortinas, las molduras, la altísimas puertas trabajadas y las lámparas. Un mobiliario digno de reyes es testimonio del gusto francés por lo exquisito. La pasión por el refinamiento se multiplica en cada etapa de este viaje. Las molduras del acceso al comedor y la campana de obra, con su delicado mosaico, dan a la cocina un toque señorial que no está reñido con su espíritu práctico. Algo similar ocurre en el baño, donde el balcón central es el rey. Su luz otorga al mármol y la madera matices y texturas que son un regalo para los sentidos. En el dormitorio, nuevos guiños revelan el placer por la elegancia: la riqueza de las telas, la cornisa sobre los balcones o el noble marco de la puerta.
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