"Aquí estamos solos pero no solitarios, lo que resulta perfecto”. La propietaria de esta casa describe con estas palabras la ubicación de su residencia: una masía situada en el Empordà, en medio del campo, con un generoso jardín (más de media hectárea de terreno), pero con vecinos muy próximos y la carretera general cercana. Para ella y su marido, esta tranquilidad sin aislamiento resulta idónea y fue una de las cosas que les sedujo de su actual vivienda.
“La compramos hará unos cinco años, con la idea de encontrar el lugar para retirarnos”, recuerda. La casa estaba a medio reformar, pero les encantó desde el primer momento por su entorno y sus características. De la reforma iniciada aprovecharon algunas cosas y modificaron otras. Quizá la más importante es el anexo que realizaron en un ala de la casa y que hoy alberga un amplio salón comedor.
De este modo se consiguieron dos salas, lo que resulta muy práctico cuandose reúne toda la familia: la disponibilidad de varios espacios (hay cinco dormitorios con sus respectivos baños) propicia que las distintas generaciones convivan sin problemas. De todas maneras, la armonía en esta casa es, según su propietaria, algo muy fácil de lograr: “Porque hay un muy buen ambiente en toda ella y prueba de ello es que la vivimos mucho, de arriba abajo...”.
Otra zona que se usa muchísimo es la del exterior, donde se ubican una pérgola junto a la piscina y dos porches. “Hay uno para el verano, muy fresco, y otro para el invierno, más resguardado. Son una delicia”, resume la propietaria. Los porches abocan a un jardín cuidado, que combina zonas de césped con otras de aromáticas y plantas que no precisan tanto riego.
Los propietarios también son los artífices de la decoración, un proceso que en ningún momento resultó pesado porque, como todo en esta casa, se hizo con mucha ilusión.