“Las casas deben estar influidas por su entorno”, comenta Ricardo Espinosa, de Rocavista, la promotora que firma el proyecto. Y así argumenta la presencia del hormigón o el hierro en esta casa de montaña: “El primero no es más que un conjunto de tierras mezcladas con agua y el segundo, un mineral”. Lo sorprendente, entonces, no es la elección de los elementos sino su tratamiento. “La chimenea, que parece una escultura, permite la doble circulación de aire necesaria”. La piedra –otro material destacado– funciona en la cocina como sustituto del alicatado y, en el dormitorio, como marco para el cabecero.
Una reforma radical
Para poder cumplir el deseo de los propietarios, tener vistas y sol, la reforma fue radical. Se derribó todo el interior hasta dejar un cubo vacío y se distribuyó bajo un nuevo orden. “El espacio se intercomunicó, se potenció la altura y, allí donde se precisaba intimidad, los muros se suplieron con puertas correderas”.
El espíritu industrial –mesas con ruedas, asientos de hierro, puertas de granero– asoma por entre las costuras de este encaje decorativo inspirado en el esplendor señorial del siglo XIX: “Sus propietarios querían algo cálido y confortable, deliberadamente clásico. He buscado la singularidad”, afirma Elena López Balsells de La Borda Interiors. Viendo el cabecero del dormitorio o su romántica bañera no queda ni asomo de duda.