Gerona es una provincia con rincones encantadores. Su riqueza natural hace de ella un lugar privilegiado en el que vivir. Rodeada de unas vistas inigualables, es en este paraje de alta montaña donde se asienta este proyecto de rehabilitación realizado por la interiorista Belén Campos, una casa centenaria que, orientada al suroeste, aprovecha al máximo la luz natural y el entorno.
Restaurar una casa con medio siglo de historia
Era la primera vez que Belén realizaba una restauración de esta envergadura, pero la rememora como un placer: “Ha sido un largo y fructífero proceso que ha durado cuatro años. Empecé teniendo unos clientes y ahora tengo unos amigos porque hemos hecho el viaje juntos”. Cuando le invitaron a conocer la masía –recuerda–, “encontré cuatro paredes en pie que apenas evidenciaban lo que había sido esta magnífica casa del siglo XVI”. El deterioro era significativo y el encargo, un desafío: “Los propietarios querían no solo devolverle el esplendor original sino convertirla en una primera residencia”.
La confianza en Belén por parte de los propietarios fue incondicional. “Este proyecto ha sido una instrucción y un placer –remarca–. En él han intervenido decenas de profesionales y artesanos de los que he aprendido mucho. Utilizar la materia prima y los operarios de la zona han sido claves. Todo lo que se podía recuperar lo hemos conservado y lo que no ha sido posible se ha realizado siguiendo técnicas ancestrales”.
El resultado debía ser respetuoso con una construcción que el rigor de los siglos había dejado obsoleta. “El edificio mantenía la distribución original de una casa de campo con cuadras y establos para los animales en la planta baja, aberturas diminutas, escasa iluminación y estancias pequeñas y laberínticas. Debíamos dar un vuelco a todo eso y convertirlo en una residencia amplia, cómoda, acogedora y luminosa”.
Una casa autosuficiente
La casa hoy es autosuficiente, cuenta con todos los avances tecnológicos y tiene en cuenta las nuevas técnicas de arquitectura ecológica: calefacción radiante, pozo, huerto, placas solares y climatización geotérmica. “Los propietarios son de la zona, conocen bien la tierra y sienten un gran respeto por la naturaleza. Las placas solares, por ejemplo, consiguen una temperatura estable de 13ºC, un magnífico apoyo”, comenta.
Distribuir el hogar
Si bien la división de la casa en dos plantas se mantuvo, la distribución en cada una de ellas cambió por completo. "En la planta baja de la vivienda principal, la pendiente del terreno se salvó mediante un par de escalones –relata Belén– y es aquí donde se dispuso la zona de día: la entrada, el comedor, la cocina abierta, el salón y un baño de cortesía. En la planta superior, tres dormitorios con sus respectivos baños, un salón con chimenea y un porche".
Convertimos la construcción original en una gran casa y en un apartamento: Abajo, el ámbito social y arriba, el más íntimo.
Cada planta cuenta con materiales diferenciados. Al no tener techos excesivamente altos, se dejó en la primera planta la bóveda catalana, revocada con yeso y, en la segunda, las vigas y los techos se rehicieron totalmente. Abajo, el pavimento es de losetas de barro, realizadas a mano en un tejar de la comarca, y arriba se ha utilizado un parquet de madera de roble. “En la casa encontramos muchas barricas antiguas, cuya madera aprovechamos sin tratar, únicamente lijada”, afirma Belén.
En cuanto a las paredes, la piedra es protagonista sobre todo en la primera planta. En la segunda, se han revocado con cemento y encalado. Tanto una sala como la otra se organizan en torno a una chimenea; “la boca de ambas es antigua –comenta– pero la combustión es nueva y están pensadas para que calienten toda la casa”.
Mobiliario con historia
La búsqueda del mobiliario ha sido meticulosa. Amueblada con piezas heredadas o compradas en anticuarios, alfombras, chenillas y franelas visten suelos y asientos. “Queríamos hacerlo a conciencia”, nos dice. Los sofás, algún asiento y las lámparas son nuevos, pero la mesa del comedor y las sillas, así como la mayoría de los elementos que conforman la decoración son antiguos y han ido llegando poco a poco.
“El estilo decorativo –afirma Belén– tiene un aire afrancesado. Hemos intentado conjugar el estilo rústico de una casa de campo con el aire palaciego que otorgan ciertos elementos como las lámparas de lágrimas”. La luz natural espectacular, llega mediante amplias aberturas: “En general, hemos mantenido las originales, muy pequeñas, y hemos abierto ventanales o puertas de acceso al jardín o al porche de la segunda planta”. Al final del camino, la casa está lista para acoger.