En primer plano, un campo formado por pequeñas colinas onduladas, jalonadas de olivos, algarrobos, cipreses y matas de aromáticas. A lo lejos, el perfil de la sierra de Tramontana, con sus montañas moldeadas por este fuerte viento del norte. A medio camino, las espectaculares bahías de Alcudia y Pollensa, con sus interminables playas bañadas por aguas de color turquesa... Realmente, la ubicación de esta vivienda, al norte de la isla de Mallorca, es un privilegio.
Sus propietarios, una pareja inglesa, sabían lo que hacían cuando escogieron este lugar para construir su casa de veraneo. Le encargaron la obra al arquitecto Jaume March, quien diseñó una vivienda que se organiza en una planta en forma de L.
“De este modo se facilita la creación de una clastra, o patio de entrada, a través de la cual se accede por la parte frontal a la casa principal y por la derecha, a las dependencias secundarias”, explica March. La clastra es el tradicional patio empedrado de las possessions mallorquinas, las grandes fincas rurales propias de la isla. La arquitectura autóctona ha sido la fuente de inspiración para una casa que, como explica su arquitecto: "se hizo con paredes de mampostería de piedra rústica para integrarla mejor en el paisaje". También las aberturas, puertas y ventanas –siempre más altas que anchas– recuerdan a la tipología tradicional.
“Se hizo con paredes de mampostería de piedra rústica para integrarla mejor en el paisaje.”
Con unos trescientos metros cuadrados habitables, la vivienda consta de dos pisos, en los que se distribuyen sendos salones. En la planta baja se encuentra una gran cocina con office y la zona de servicios. En la planta superior se hallan cuatro habitaciones y tres baños. La casa está orientada al sureste para disponer de más horas de sol y facilitar también las vistas, en especial en el primer piso, que se abre hacia la bahía de Pollensa.
El gran porche, que recorre parte de la fachada y que con la llegada del buen tiempo se convierte en una extensión natural del interior de la vivienda hacia el generoso jardín, también se encara en esta dirección. El porche se apoya sobre pilastras de piedra de marés y se cubre con vigas de madera, algunas de ellas recuperadas, para reproducir con fidelidad el estilo tradicional en esta vivenda de nueva construcción. La cubierta se remata con teja árabe, lo que propicia un ambiente recogido y tranquilo. En verano, esta es la zona más vivida de toda la casa, una casa pensada para disfrutar.