No hay mayor felicidad que la compartida. Y los propietarios de esta casa lo saben. El amplio jardín, la cocina abierta y el salón con chimenea no admiten dudas: vivir es compartir.
Ocho palabras –“es exactamente la casa con la que soñábamos”– resumen la alegría de Marta, Francisco y sus tres hijas. La felicidad que les da esta casa, creada a la medida de sus deseos. “Hace años mis suegros compraron una segunda residencia en la Cerdaña y nosotros nos quedamos con el terreno de al lado. Veníamos continuamente hasta que decidimos construir la nuestra”, cuenta Marta. Estuvieron un año diseñando el proyecto, con el arquitecto Luis Brugal y el constructor Francisco Requena. Y, desde el principio, contaron con la ayuda de las decoradoras Pía Fusté y Francina Salom. “Su aportación ha sido crucial, para conseguir una casa acogedora”, asegura la propietaria. Durante meses nos reuníamos y buscabamos ideas. Luego, las decoradoras encargaban los diseños a medida a un carpintero. Porque los muebles están pensados para un espacio determinado, rodeados de paredes en tono piedra, suelos de roble y tejidos neutros.
“La casa está llena de ventanales porque queríamos que el jardín se viera desde cualquier rincón”, dice Marta. Su estancia preferida es la cocina. “Disfruto teniéndo a mis invitados cerca mientras cocino. Así que el único comedor de la casa está en la cocina”. Con vistas al jardín, claro. Para vivirlo sin prisas como se disfrutan las cosas importantes de la vida.
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