Salir al jardín y descubrir la imponente silueta de la montaña de Montserrat es algo de lo que pueden presumir pocas casas. Esta, que forma parte del complejo de Can Esteve de la Riera, cuyos orígenes se remontan al año 1300, sí puede. Un bucólico y ancestral escenario del que se conserva este caserón de piedra, restaurado por la diseñadora Marta Esteve. Su objetivo ha sido “mantener la estructura original, sus robustas paredes de piedra y las vigas de madera que muestran la pátina del tiempo, pero abriendo el espacio interior como un loft que se relaciona con el jardín”.
Una casa entre el presente y el pasado
En el interior se respira amplitud; los espacios sociales se comunican entre sí y la luz penetra hasta el último rincón a través de las vidrieras. Las huellas del pasado, como las paredes de mampostería del inmenso salón a doble altura, lo impregnan todo de interés y belleza. En el exterior, los árboles centenarios ofrecen sombra y frescor a las cenas y comidas veraniegas.
Materiales que marcan la diferencia
La idea que siguió fielmente Marta fue “salvar y respetar todo lo que había de original”, de forma que el gran reto fue “conseguir que todo encajara”. La cocina se integra a la perfección en el espacio abovedado que en su origen era el vestíbulo de entrada de la masía. El ladrillo manual de paredes y bóvedas se ha limpiado para dejar a la vista una valiosa herencia que ahora convive con un mobiliario actual de madera. Ahora, el espacio tiene la funcionalidad necesaria para organizar comidas gourmets y catas de vinos. Las tonalidades piedra y las texturas naturales refuerzan el carácter acogedor de la casa.
Decoración singular
Los dormitorios, distribuidos como suites, con estar y baño integrado, se ubican en las plantas superiores. Su decoración, cálida y romántica, se ha logrado con tejidos de algodón de estampados florales y una mezcla de muebles de herencia con piezas de subastas y anticuarios.
Marta nos dice que uno de los mayores encantos de Mas Joliu es que “los espacios son tan amplios que ves toda la casa desde cualquier punto”. Pero la mirada no se detiene solo en el interior, las ventanas permiten que la vista viaje en la lejanía, contemplando viñas y olivos.