La situación privilegiada de esta casa mallorquina la convierte en un precioso mirador a la bahía. El interiorismo ha sumado amplitud, claridad y una cautivadora elegancia.
Llegamos al extremo suroeste de Mallorca, donde la sierra de Tramuntana se hunde en el agua creando una imponente postal mediterránea de roca blanca y mar azul. Esta casa es un inmejorable mirador sobre este paisaje. Construida y decorada para disfrutar de su magnífica situación, está rodeada de un pinar y, en su zona exterior, pavimentada con marés –piedra característica de la isla–, amueblada con piezas de madera y coronada con una buganvilla que se derrama sobre la pérgola.

UNA CASA EN LA PLAYA
Que el mar entre en casa, ¡por favor!
La piedra de marés da a la zona exterior de la casa un carácter muy mallorquín, que combina a la perfección con el cuidado césped que rodea la piscina, los cipreses que apuntan al cielo y la explosión de color de la buganvilla, que en un futuro no muy lejano promete invadir buena parte del porche. Ya sea para relajarse al sol, darse un revitalizador baño o, simplemente, deleitarse con las maravillosas vistas, esta zona exterior es un auténtico lujo. Y, además, es un preámbulo de lo que nos deparan sus interiores: espacios abiertos, vestidos con tonos suaves y materiales naturales que refuerzan el vínculo de esta casa con su privilegiado entorno.
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EXTERIOR
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