Ariadna vio el lugar donde se alzaría la casa de su vida. Es una enamorada de Formentera: “No fue fácil encontrar el terreno adecuado, pero al fin lo conseguimos, en este rincón tranquilo, a un kilómetro escaso de la playa”.
La casa es un auténtico oasis de frescor, rodeada de pinos y del olor intenso del romero. Tiene una sola planta, en forma de “U” y completamente rodeada de porches. “La quería abierta al exterior, llena de luz y fresca gracias a las corrientes de aire cruzadas –explica la propietaria–. Los porches, tanto los del perímetro exterior como los del patio interior, permiten encontrar en cada momento del día el lugar ideal de sol o de sombra”.