El punto de partida fue un antiguo almacén de maquinaria, de una planta y un altillo, en un pequeño pueblo del Alt Empordà. De cuando Albert Aubach decidió construir aquí una casa de fin de semana para su familia hace ya casi una década. Pero los recuerdos siguen muy vivos en la memoria, sobre todo ahora que han decidido ponerla a la venta. “Hicimos todo de nuevo, desde los cimientos –cuenta Albert, diseñador de cocinas y mobiliario recién estrenado como diseñador de lámparas–.

La estructura original era simétrica y tuve que improvisar para adaptar mi proyecto inicial. Diseñé un único espacio en la planta baja, donde están la cocina, el comedor, el salón, dos dormitorios y el despacho, y destiné el altillo a la suite principal. Quería grandes espacios, abiertos y comunicados visualmente. De hecho, en toda la planta baja solo hay 4 puertas: en el cuarto de la limpieza, en el aseo tras la cocina, en la habitación con baño y en el dormitorio infantil. Solo estos espacios, los más privados, están tabicados”.