La arquitectura y la decoración de esta casa se alían para crear espacios amplios y diáfanos, arropados por detalles cálidos y personales. Su planta alargada se envuelve con destellos luminosos en blanco y beige.
Situada en Sotogrande, un privilegiado rincón de Andalucía, sus espacios diáfanos permiten que la luz desarrolle sin obstáculos su voluntad de abrigar cada rincón.
Por fuera tiene algo de casa tradicional gaditana, con vigas y teja antigua; por dentro, el racionalismo impone sus criterios para que la claridad desarrolle sin obstáculos su voluntad de abrigar cada rincón. Después de que el arquitecto Antonio Casado, de Predio, llevara a cabo la reforma completa de la vivienda, Candida Taylor y Pedro Peña se hicieron cargo de la decoración. “Queríamos que la claridad de los ambientes sirviera para destacar el verde del jardín, dándole protagonismo precisamente gracias al contraste. Por eso era importante que todas las estancias tuvieran salida al exterior”. Muebles y tapizados se alían para convertirse en reflejos luminosos.
La casa cuenta con un porche que da a ambos lados del jardín y lo divide en dos partes. “Gracias a esta disposición, el porche, en el que conservamos las vigas de madera en su aspecto natural, se convierte en el eje vital del jardín”.
La zona de estar se organiza alrededor de una gran chimenea, con una mesa antigua y dos ligeros sofás con estructura de malla metálica. Unas cortinas proporcionan intimidad y protegen el porche del sol en los meses de más calor. El acceso al interior de la vivienda se realiza de forma casi imperceptible, a través de unas grandes puertas acristaladas. Las vigas pintadas de blanco anuncian que ya estamos en el salón. “Lo dividimos en dos ambientes, uno de verano, muy abierto al jardín y dominado por los tonos blancos; y otro de invierno, más recogido, con chimenea y vestido con la paleta de los beige –explica Candida–. Las persianas de lamas permiten regular la iluminación y ambientar una atmósfera muy sugestiva”. Una mesa de hierro con sobre de cristal crea una impecable zona de trabajo.
La casa utiliza una sola gama de colores en cada ambiente, aplicándola a distintos materiales y texturas, para lograr un resultado armónico. “Soy partidaria de utilizar una sola gama de colores en cada ambiente –continúa Candida–, aplicándola a todo el abanico de materiales y texturas, para crear un aire conjuntado. En el estar de verano, por ejemplo, los tonos del blanco están en la madera lacada de la mesa de centro, el cuero de las butacas, el lino de los sofás o la alfombra de algodón y lana. En el de invierno, el beige está presente en los sofás de terciopelo y en el gran puf con capitoné que hace de mesa de centro”.
La serenidad de los ambientes es sorprendida por algunos motivos escogidos. En el caso del comedor, se respira un aire muy actual, matizado por detalles como el papel de finas rayas horizontales, de sutil evocación japonesa, o el suave contraste del cuero azul verdoso de las sillas con los ribetes grises de la lámpara de techo de organza.
La cocina no es menos impactante. La zona de trabajo es una larga encimera adosada a la pared. “Dada la amplitud del espacio –dice la decoradora–, consideramos más práctico tener dos islas medianas que una grande. Los movimientos son más fluidos y, visualmente, también resulta más agradecido”. El objetivo de un ambiente ligero y despejado se logró asimismo prescindiendo de módulos altos y realizando las islas con patas y cajones acristalados. Los muebles son de haya con sobres de piedra natural. La zona de office la forman una mesa de madera con el sobre lacado y butacas forradas de lino. En la terraza, el comedor de verano tiene mobiliario de hierro.
La suite principal cuenta con un baño y un vestidor de generosa superficie, todo ello pavimentado con lamas de roble teñidas a mano, a diferencia del resto de la casa, que tiene suelo de mármol. El baño, con paredes estucadas, está equipado con una bañera exenta de diseño muy actual y un tocador con dos lavamanos. La ducha y los sanitarios se ubican en cuartos independientes. Situado junto a la zona más frondosa del jardín, las persianas de lamas de madera sirven aquí para Preservar la intimidad y para difuminar la luz, en un ambiente en el que todo apunta a la comodidad y a la máxima relajación.
En el dormitorio principal aparece otro detalle personal en el papel de finas rayas verticales y, sobre todo, en el que recubre la pared del cabecero, que luce un papel de gruesas franjas horizontales en dos tonos. Además de su fuerza decorativa, este recurso da realce a la altura notable del techo y al dinamismo creado por los ángulos. Un amplio vestidor, con armarios acristalados para aportar ligereza, cierra este dormitorio de auténtico ensueño.
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