Abrir la puerta de esta casa con jardín es descubrir un espacio luminoso y rico en telas naturales y piezas escogidas. “La casa es de mi hermana y su marido, que tienen 5 hijos y 15 nietos. Es difícil que se reúnan a la vez, pero todos van pasando por aquí y la disfrutan por turnos”. Nos lo cuenta Carmen López Lamadrid, responsable de Coordonné, que ha participado activamente en la decoración. “Ellos viven en Madrid, pero nuestra familia es originaria de aquí, de Comillas, y nos gusta volver, porque no olvidamos dónde están nuestras raíces”.
Tradición cántabra
De la obra se encargaron el constructor Joaquín Díaz y la arquitecta Belén Serrats. “Abrimos los espacios principales hacia el sur, para aprovechar la luz natural y proteger la casa del viento –dice Belén–. Por fuera, sigue la tradición arquitectónica cántabra, con una estructura de madera, cubiertas inclinadas, contraventanas... Pero los interiores son muy actuales, con espacios abiertos y grandes aperturas por las que se cuelan el paisaje y la luz”. Interiores en los que dominan las maderas claras y el blanco de las paredes, que acentúa la luminosidad. “De las telas me ocupé yo –prosigue Carmen–, con una selección de tejidos naturales, en tonos neutros y pastel, con algún toque de color para dar contraste. Los bordados también abundan, sobre todo en las fundas de los cojines”.
Entre joyas de otros tiempos y el jardín
En verano, el estar del porche es el centro de reunión, pero en invierno el foco de atracción es el estar de la chimenea. En la misma estancia, el comedor disfruta de un gran ventanal que se abre al verdor del paisaje. “Mi hermana tiene muy buen gusto y elige cada mueble con mucho cariño, en tiendas, anticuarios y almonedas”. De esta búsqueda surgen logros como el juego de sillas del office: unas son isabelinas del siglo XIX y, las otras, sencillas sillas de madera pintada. La cocina tiene salida al jardín y una deliciosa luz matinal. Es muy acogedora, en parte gracias al suelo hidráulico en damero: “Es un diseño especial y las baldosas se pintaron en tres tonos”, añade la arquitecta. En la planta superior se encuentran los dormitorios, pavimentados, como el salón, con un parquet de roble de lama ancha y con acabado mate, que invita a andar descalzo. En el principal, igual que en el resto de la casa, la propietaria ha escogido uno a uno los muebles, recreando un ambiente personal y romántico. Junto a la cama, un balcón se asoma a la tierra donde nacen sus raíces.