"Hablando claro: era una ruina. Pero una ruina con mucho futuro”. Son palabras de Loles Armengol, que dirigió la obra con su socia en AP Interiorisme, Eva Pallarès. Los propietarios estuvieron a punto de rendirse. Durante meses recorrieron el Ampurdán en busca de una casa para convertirla en su refugio de vacaciones. Pero todo lo que encontraban eran construcciones estrechas, con poca luz, y ellos querían una casa dentro del pueblo pero con espacios amplios y luminosos. Al final dieron con un viejo pajar abandonado. Formaba parte de una antigua masía, en el límite de un pueblecito tranquilo. Delante, tras el imponente ciprés que preside el jardín, el campanario de la iglesia. Detrás, prados y campos de cultivo.