Tras casi cuatro siglos de vida, esta casa sigue conservando todo el encanto de las sólidas construcciones rurales. Gran parte del éxito se debe a Catherine-Hélèlene Frei, diseñadora francesa de interiores, que llevó a cabo su última reforma.
Su primera labor consistió en rescatar los materiales originales, como el ladrillo de las paredes o las vigas del techo, y dotar a la casa de las instalaciones necesarias para la vida actual. “Restauré lo que ya había y lo pinté de un tono claro. El secreto fue añadir unas vigas falsas al techo, iguales a las antiguas, cuyo interior oculta tuberías de calefacción y cables eléctricos”, detalla Catherine. Respetando el gran peso que tiene tradicionalmente la cocina en las casas de campo, Catherine puso todo su empeño en hacer también de ella un lugar muy cálido. Por eso diseñó los muebles a medida, que pintó de gris verdoso, y eligió el mármol veteado del fregadero y los frentes.

¡AL FIN!
Este fin de semana, nos vamos a la cabañita
“Cubrí la pared hasta media altura con lamas de madera envejecida y colgué unas láminas de botánica para hacer más confortable esa zona”, explica. También colocó dos islas: “La primera está pensada como superficie de trabajo, con una pequeña pila donde lavar la fruta, la verdura... La segunda proporciona lugar de almacenaje y delimita el espacio entre la cocina y el comedor”, explica. Este, con una gran mesa de madera de olmo y sillas de la Provenza, es el rincón perfecto para disfrutar de una comida casera en buena compañía. Una atmósfera igual de tranquila y acogedora se respira en el salón, donde los protagonistas son los tonos crudos, que tiñen tapicerías, muebles, paredes y techos.
Para la zona de estar de la planta superior, la decoradora seleccionó piezas antiguas francesas, como las butacas o la cómoda del siglo XIX, que completó con un chandelier y unas cortinas de seda que se vuelven semitransparentes al recibir la luz natural y, apoyadas unos centímetros sobre el suelo, dan a la estancia un toque de elegancia. En el piso de arriba, la serenidad se transforma en romanticismo, con un dormitorio que la decoradora empapeló con una toile de jouy en tonos rosas. “Es un clásico que siempre funciona y aquí suaviza el rusticismo de la casa. Además da un aire muy relajante a la habitación y, combinada con el tono verde de la colcha, crea un contraste muy actual”, concluye Catherine.