"Las casas antiguas son sabias, hablan mucho, ¡y hay que hacerles caso!”. La decoradora Blanca Uriarte “conversó” largamente con esta casa montañesa de Cantabria cuando se hizo cargo de su rehabilitación. “Llevaba tiempo abandonada, pero su historia seguía ahí, revelando pistas y secretos. Una información muy útil a la hora de afrontar las obras, que da una explicación a todo: la orientación de las ventanas, la distribución de las estancias... Al proyectar la reforma, debes adaptarte a lo que ya existe y aprovechar lo bueno que tiene. Es posible lograr una vivienda actual y confortable respetando lo antiguo”.
Un salón en el establo
Blanca recibió el encargo de una familia amiga y dio una nueva vida a este lugar que, durante siglos, había sido el hogar de generaciones dedicadas a cuidar del campo y el ganado. “Salvamos todas las vigas que pudimos y limpiamos las paredes de piedra, la sillería y los ladrillos de tejar que hay alrededor de las puertas. En algunas estancias dejamos la piedra vista y, en otras, la revocamos en blanco para ganar luz”.
En la planta baja, donde estaban los antiguos establos, se ubica el salón principal. Da a un delicioso patio, la corralada como la llaman en Cantabria, lleno de frutales y plantas aromáticas. En la primera planta se encuentra la cocina, el comedor y otra zona de estar, junto al mirador orientado al sur, luminoso y cálido durante el invierno. “Las vigas nuevas son de pino pintado de blanco para ganar luz, algo muy apreciado aquí en el norte”.
En los dormitorios
También en esta planta está el dormitorio principal, con un armario para el que Blanca recuperó los antiguos cerramientos exteriores y los reutilizó como puertas “con un tratamiento anticarcoma y un acabado gris verdoso a base de veladuras”. Para llegar a la habitación infantil, hay que subir hasta la buhardilla, con dos camas bajo la cubierta inclinada y otra sobre un singular armario lacado en blanco.
“Hacer esta casa fue un trabajo apasionante, en parte gracias a dos grandes profesionales: el albañil Fernando Mayolet y el carpintero Julio Alonso, que me han acompañado en este viaje largo y feliz”.