En el Reino Unido, donde se formó como decoradora y paisajista, la argentina Cándida Taylor “reformaba casas antiguas y las revendía”. En Sotogrande (Cádiz), donde lleva viviendo veinte años, “he diseñado así casi treinta casas, pero de obra nueva”. Esta, la suya, ha sido su posgrado.
Con sabor de ayer
Empezó de cero, comprando una parcela en el golf de Sotogrande, del que es directora comercial. “Quería una casa con solera, que combinara elementos típicos andaluces, detalles antiguos y modernos. El suelo de mármol del porche y de la entrada, cortado a mano, es del siglo XVIII. Las vigas del salón las rescaté de una bodega; las baldosas hidráulicas del salón y la cocina son recuperadas; el estucado veneciano gris de las paredes lo realizó un especialista inglés y las puertas de interior antiguas son del norte de España”.
El jardín... siempre el jardín
Poder disfrutar del exterior desde toda la casa era su segundo objetivo. “Aquí se vive mucho de puertas afuera, por eso diseñé un porche ancho que va en paralelo al comedor y al salón, es como una extensión del interior gracias a las puertas acristaladas que ideamos con el arquitecto Antonio Casado Pérez”. Para diseñar la cocina, Cándida tuvo muy en cuenta su manera de vivirla. “Es el epicentro familiar. A menudo cocino para doce personas, así que necesitaba un espacio considerable. Y con mucho almacenaje, porque aquí desayunamos y comemos a diario”. Creó una isla central con barra de desayunos y una pared de armarios en el fondo. Abierta al comedor, da a un patio envuelto en jazmines y damas de noche que perfuman el interior y lo llenan de luz natural.
En el dormitorio y el baño principal también “quería mucha luz. Por eso los decoré en beige y blanco, que crean una atmósfera serena”. A través de los balcones, el dormitorio de Cándida mira al jardín mediterráneo que ella misma cuida. “Es donde paso los mejores momentos del día”.