Una familia alemana soñaba con una vivienda de vacaciones que tuviera la apariencia de una antigua casa provenzal francesa. Al mismo tiempo estaban enamorados del Empordà y de la Costa Brava. De manera que compraron un terreno en un pueblo de la comarca y encargaron el proyecto al estudio de arquitectos Arau y Mediavilla y al interiorista Roger Bellera.
“Arquitecto e interiorista trabajamos en estrecha colaboración", explica Roger. "Además, el propietario intervenía con ideas muy claras. Todo ello facilitó el trabajo y tuvo como consecuencia un gran resultado final”.
La casa tiene forma de L, con el porche y el jardín en el ángulo interior, orientado al sur y protegido de la tramontana. “Para lograr el aspecto que los propietarios deseaban mezclamos materiales antiguos con las técnicas de construcción más modernas, aunando confort y tradición. Utilizamos vigas de madera, así como tejas antiguas de recuperación y para los pavimentos empleamos tobas manuales y envejecidas. Ventanas y postigos se hicieron de madera, pintada con los colores tradicionales provenzales”, detalla el interiorista. El porche tiene una cubierta de caña de mimbre y forja, “a la que dimos forma ondulada para adaptarlo al aire provenzal”.
En el interior el salón incluye una espaciosa zona de estar, un despacho y una chimenea. “Todo el mobiliario procede de anticuarios y la chimenea de piedra antigua reproduce un modelo visto en otra casa. Antes de construirla, hicimos una maqueta de porexpan a escala real para asegurarnos de cómo quedaría”, relata Roger. En las paredes se aplicó revoco de mortero y se pintaron de blanco roto.
El mobiliario de la cocina se encargó al carpintero de la obra y se pintó con esmalte sintético. La zona de trabajo en “U” tiene encimera de mármol y queda abierta al comedor, con una gran mesa redonda de madera. “A la familia le encanta recibir amigos y organizar comidas. Y la cocina es el escenario perfecto, ya que además se comunica directamente con el jardín y la mesa del porche”.
En la planta superior, el dormitorio principal dispone de una terraza con las mejores vistas. Sorprende la ubicación de la bañera, detrás del cabecero. “Los propietarios querían ver el paisaje mientras se daban un baño", recuerda Roger. "Después de muchos bocetos, nos decidimos por esta distribución, con un mueble antiguo con funciones de cabecero por un lado y de almacenaje de toallas y enseres por el otro. Desde la bañera se disfrutan las vistas y, además, mantenemos el espacio diáfano, con los altos techos a dos aguas”.