Había una vez un inglés que se enamoró de Málaga. Vivía en París y era un hombre de mundo, pero lo encandilaron su luz, sus pueblos, su serranía... Se compró una casa. Fue un Decidido, ¡me quedo aquí!, de esos que sólo hacemos ¿cuántas? ¿Dos, tres veces en la vida? Y así empezó a escribir de nuevo su historia: dejó París. Ahora viviría una vida más sencilla, más natural. Se trasladó. ¡Cuánto disfrutaría aquí con su familia y sus amigos! Pero, antes, había que arreglar la casa.
“Era una vivienda oscura, que había sido hecha a trompicones, sin un sentido de unidad. Pero tenía muchas posibilidades”, nos explican Cristina del Valle y David del Pino, autores de la reforma y el interiorismo. Las posibilidades. Ese es el punto. ¡Vaya si supieron aprovecharlas! El objetivo fue hacer de esta una casa cómoda, para disfrutar. Nivelaron suelos, abrieron grandes ventanas e hicieron puertas nuevas para que entrara la luz.
Y la pintaron en blanco, claro. Que el sol brille en cada rincón incluso en invierno (¿hay algo más gustoso que notar esa luz en invierno?). Porque la idea era venir todo el año: “Los suelos son de madera sintética, para que dé calor en invierno, pero resulte fresco en verano. Y para los días fríos, pusimos chimenea en el comedor y en el salón. La idea era una casa 'fácil”.
“Ya que el dueño iba a venir con familia y amigos, no quisimos llenarla de muebles, sino que les resultara cómoda y con calor de hogar. El sofá es completamente desenfundable, de lino, nada armado, con cojines, y las butacas son tapizadas, pero sólo de asiento. La idea es que si iba a pasar por ahí mucha gente estuviera medianamente ordenado, con muebles que no dieran demasiado trabajo”, explica Cristina. “La mesa de centro es grande porque pensamos que iban a comer y cenar y picar ahí. Con una madera muy lavada y envejecida por lo mismo, para no estar agobiados por si se estropeaba”. Y, ojo, que las estanterías están apoyadas. "No queríamos que el salón quedara recargado. Dan un toque desanfadado".
¿Y la habitación principal? El dosel le da un punto muy especial. "Ideamos el dosel porque los techos son muy altos, y de esta manera bajaban un poco, a juego unas mesillas de noche muy sencillas, que nos hizo un carpintero. Siendo un chico solo, optamos por algo ligero, nada recargado ni con telas ni con demasiadas cosas".
Y ya que es una casa para compartir, "cada dormitorio tiene su baño, puesto que deseábamos que tuvieran intimidad (y comodidad) tanto el dueño como los invitados. Pusimos puertas correderas para ganar espacio. No son muy grandes, pero cada uno tiene su baño". Así es como hicieron una casa casi cuento: blanca, serena, ¡encantadora! Si ya sabíamos que los ingleses se enamoran de Málaga, ahora vemos que sobran los motivos.