Este cuento de Navidad no tiene lugar en el gris Londres victoriano recreado por Dickens en su famosa novela. Es un cuento alegre y luminoso que transcurre la víspera de Reyes, durante un fin de semana en la montaña, y está protagonizado por tres niños que, como tantos otros, se preparan para disfrutar de la noche más mágica del año.
Navidad nórdica
“Es una casa con pinceladas nórdicas –explica el responsable del proyecto, Jorge Laucirica, de Integra– en la que hemos utilizado solo dos tonalidades: la de la madera de roble lavada y el gris piedra del mobiliario, las paredes y los materiales, como piedra y microcemento. Con ello, hemos actualizado la tipología de la casa alpina”. Sobre esta base, decorar es estimulante, nos dice la decoradora de la casa, Marina Reguant, “porque lo permite todo”. Una base decorativa neutra deja introducir contrastes cuando la casa necesita transformarse, como en Navidad, “el momento adecuado para darse cuenta de lo bien que funciona esta idea”, apunta Marina.
Tradición sorprendente
“Hemos mantenido los colores tradicionales, como el rojo o el verde, pero aplicados en detalles sorprendentes: motivos en crochet tejidos a mano, grandes corazones y bolas de tela, bastoncitos de caramelo, muñecos artesanos de Santa Claus, objetos de madera natural... Porque tradicional no es sinónimo de aburrido”. Una casa, recuerda Jorge Laucirica, “concebida para perdurar en el tiempo, pero también preparada para la metamorfosis” cuando la ocasión lo requiere, como ahora. Estrellas, velas y manteles rojos encajan a la perfección en la cocina, aislada mediante un cristal que la conecta visualmente con el salón. También el gran árbol ha encontrado su espacio natural junto a la chimenea, con un trineo debajo donde los Reyes dejarán sus regalos. En el último tramo, un camino de velas nos guía por la escalera hacia los dormitorios, alegrados con simpáticos renos y calcetines de lana. Todo tal y como lo esperan, cada año, los magos de Oriente.