La casa tenía muchísimo encanto, pero su ubicación fue lo que les decidió: pesaron más los lujosos metros de fuera que los de dentro. Las vistas, el espacio espectacular de juego, el sol… Sobre todo el sol que les permite disfrutar del porche casi todo el año.
Esta casa es un espacio de juego para las niños, de desconexión para los adultos y de vida familiar para todos. Aquí no hay tele ni la habrá. Junto a la chimenea había un espacio preparado, pero nunca se instaló.
“Esta casa nos ha permitido vivir en familia de otra manera”, nos confiesan. Los niños juegan fuera todo el día y cuando el tiempo impone un plan B, una enorme alfombra les espera frente al fuego o una gran mesa de juegos en el comedor o un tipi en su habitación.