Luminosa, cálida, única... ¿A quién no le gustaría pasear por sus estancias acariciadas por el sol? Los arquitectos que la han construido, del estudio Lizarriturry Tuneu, aseguran que su encanto se debe a que, aunque es una casa nueva, se hizo como las de nuestros antepasados. “Ellos sabían muy bien lo que hacían. La arquitectura tradicional es muy sabia –explica Ivana Tuneu–. Nosotros seguimos sus pautas en cuanto a orientación, materiales, distribución... El resultado es una casa luminosa, cómoda y bien climatizada de manera natural”.

CASAS DE CAMPO
Una casita que mira al bosque
Ganando claridad y vistas
Los muros son de piedra de la zona cubiertos con un revoco de cal y arena, “lo que da una claridad magnífica. Si añadimos los techos pintados de blanco y el microcemento de color arena de los suelos, la atmósfera que logramos es casi mágica”. Otro recurso traído del pasado: “Las ventanas y puertas exteriores tienen perfiles de hierro y grandes paneles de cristal. Son muy ligeras y dejan pasar la luz y las vistas. Y ya se utilizaban hace 100 años”.
También encararon el porche al este “para disfrutar de unas tardes de verano frescas”.
La decoración, del Estudio de Interiores Ester Prat Badia, juega a favor de la calidez. “Elegimos una base neutra, con un dominio del blanco cálido. Usamos elementos naturales como madera, piedra, lino y algodón. Y este envoltorio nos ha permitido decorar la casa con poco mobiliario. Esa es la clave para que sea realmente acogedora”.

CASAS DE MONTAÑA
Esta no es una casa rústica más