Si ya es duro para la inmensa mayoría que terminen las vacaciones o los domingos por la tarde, para los propietarios de esta casa en la Cerdanya aún lo es más. Es el momento en que tienen que dejar su cálido refugio de montaña, reformado con tanto confort y gusto que es difícil de abandonar. Enamorados del entorno, en verano y primavera hacen largas excursiones, en otoño salen a recoger setas, en invierno van a esquiar... Cualquier excusa es buena para que la familia disfrute de esta casa de vacaciones todo el año.
Un refugio con mucha luz
El concepto refugio de montaña evoca maderas oscuras, poca iluminación, muebles pesados y chimeneas ardiendo. Sin embargo, la interiorista Barbara Sindreu ha conseguido cambiar esa percepción gracias a trabajos como el realizado en esta casa situada en ese entorno de lujo. Solo por la base, ya merecía la pena el esfuerzo. "Mi primera decisión fue fue inundar los espacios de luz. Antes dominaban los tonos oscuros que creaban un ambiente sombrío. Elegí un gris perla claro y lo convertí en el color dominante en todas las estancias”. En paredes, techos, puertas, tapicerías..., este tono unifica los espacios y aporta claridad y alegría.
Como "un hotelito"
“Los propietarios me pidieron algo muy especial: querían que la casa fuera como un ‘hotelito’, una pequeña fonda de montaña, confortable y familiar, con todas las comodidades para una estancia relajante y sin complicaciones. Creo que lo logré: ahora bromean diciéndome que nunca quieren marcharse”.
Otra decisión fundamental fue variar la distribución de la zona de día: “Amplié el estar para convertirlo en una gran zona de tertulia. La pareja propietaria tiene tres hijos y a todos les gusta recibir amigos y compartir veladas de invierno ante la gran chimenea. En cambio, redujimos un poco la cocina y situamos el comedor junto a ella. La verdad es que no les gusta mucho cocinar, cuando están aquí van a lo práctico y comen platos que necesitan poca preparación”.
El telón de cristal
Tras un tabique y una puerta de cristal está el comedor, con un banco tapizado en forma de “U”. “Con este tipo de asiento tienes mucha capacidad en poco espacio. La mesa puede alargarse cuando el número de comensales lo requiere. Y en cuanto a la separación de cristales perfecta para proteger de los humos sin restar luz ni contacto visual. Al proyectar la decoración, la propietaria y yo estuvimos de acuerdo en descartar el clásico estilo rústico, de ahí los colores claros, aunque hicimos algún guiño a su pasión por la montaña, como las mesas hechas con troncos”.
Las escaleras llevan a la buhardilla y los dormitorios. En el baño principal, Barbara nos descubre hasta qué punto se mimaron los detalles: “Todas las toallas tienen bordado un número que corresponde a una habitación concreta. Esta idea responde al espíritu de ‘hotelito’ que deseaba la pareja, y facilita mucho el orden”. Sindreu ha logrado revertir el lema que tantos hoteles intentan transmitir a sus clientes de sentirse como en casa y ha creado un hogar en el que se disfrutan los pequeños lujos de un hotel sin tener que pasar por la recepción.