Lo habían comprado hacía 10 años y el apartamento se veía un poco anticuado. “No nos conocíamos de nada pero congeniamos mucho y enseguida nos pusimos de acuerdo en cómo podíamos actualizarlo”, recuerda con cariño Carolina Juanes, autora del interiorismo de este apartamento del Valle de Arán. “Como es la planta baja de un edificio de tres, decidimos potenciar la salida al jardín y aprovechar la vista para dar al salón una dimensión distinta. Pintamos y lacamos de blanco paredes, vigas y carpintería –recuerda–, cambiamos el pavimento de cerezo por una tarima de roble claro y actualizamos la cocina”.
Buscando más practicidad y confort
Fue algo más que un lavado de cara para ganar confort hasta en los pequeños detalles. “En la cocina, pusimos una encimera de un material resistente y cálido al tacto y sustituimos las oscuras puertas de los armarios por un modelo en gris mate”. También la chimenea se transformó al quitarle la piedra y los ornamentos rústicos. “Era importante que, además, la casa fuera práctica”, comenta Carolina. Durante la época de esquí, los propietarios, una pareja de San Sebastián con dos hijos, vienen cada fin de semana, así que el apartamento debía ser fácil de vivir y de recoger. Por eso el mobiliario es básico, de líneas puras, como las mesas de madera con patas de hierro. Y el sofá que preside el luminoso salón, grande y cómodo, dispuesto en esquina para aprovechar mejor el espacio.
Cambios económicos
En los dormitorios y el baño los cambios fueron también muy efectivos: retiraron el alicatado, que daba al baño un aspecto más antiguo, y crearon un muro que separa lavabo, inodoro y ducha. En el dormitorio principal, sustituyeron las puertas de madera del armario por un lino –el mismo de las cortinas de toda la casa– y para el de los chicos diseñaron unas literas de madera de pino a medida y cubrieron la pared con un divertido papel pintado. Un cambio de imagen muy efectivo conseguido con ideas fáciles y un presupuesto ajustado.