Ya ha llegado el invierno. Toca desperezarse. La familia está al caer y es el momento de despertar y recibirlos con la puerta bien abierta. Bueno, mejor solo ajustada. ¡Para que no entre el frío! Porque dentro, aunque la madera imita el color de la nieve, se está muy muy a gusto y calentito.
Algunos pensarán que esta casa está en Noruega. ¿Quizá en Finlandia? Y es que su aire nórdico es innegable. Pero no, resulta que está en el Pirineo. La madera en tonos claros e incluso en blanco, como la de los techos abuhardillados, hace que sea muy luminosa. Y también acogedora. Encendamos la chimenea, acerquemos los plaids y dejemos que el sol se cuele por todas las ventanas. ¿Está todo listo? Repasemos habitación por habitación... Parece que sí. Pronto el silencio dejará paso a las risas, el ruido de los niños corriendo por toda la casa, las charlas junto al fuego hasta la madrugada. ¡Bienvenida, familia!

SI LAS PAREDES HABLARAN...
Una casa rústica, mezcla de tradición y modernidad