¡Cómo son los amores de verano! Intensos, románticos, inolvidables... Como esta casa en pleno campo, donde su propietaria y su familia se relajan y son felices. "Hace ya 30 años unos familiares nos invitaron a una casa que se acababan de construir en este pueblecito de Segovia. ¡Nos enamoramos enseguida!”, nos cuenta Sofía Calleja, decoradora de SCV Estudio, sobre su casita, su amor de fin de semana y verano. "Era una aldea auténtica, con sus animales de granja y una panadería con horno de barro como único sitio donde comprar". De esos lugares donde parece que el tiempo se haya detenido. ¡Todo un amor rural!
Los hijos de Sofía entonces eran pequeños y las vacaciones en familia en plena naturaleza eran un plan perfecto, así que compraron el terreno y se hicieron esta encantadora casa. “Teníamos muy claro que debía ser un pequeño refugio fácil de mantener. A mí siempre me han encantado esas casas de campo con puertas y toda la carpintería pintada de blanco, así que la pintamos así".
Madera, ratán, paja... La casa adora la naturaleza. Es un lugar donde respirar hondo
Los hijos han crecido y Sofía y su marido siguen yendo, fieles a su casita. Y en esta época, ¡qué bien se está en el porche! Entramos y es como de cuento. En el recibidor dejaron doble altura de techo para dar más sensación de amplitud. “El suelo es de pizarra natural. Para hacerlo más acogedor, pusimos esteras de mimbre y dobles cortinas de lino”. El ambiente es fresco, pero acogedor. ¿Cómo lo hace? “La clave está en elegir colores claros y relajantes, y en buscar materiales y tejidos naturales”. En el salón hay también trucos de quien sabe: la mesa de centro, tapizada con un algodón de rayas, es una mesa-puf que sirve tanto para el café como para relajarse con las piernas en alto. No nos vayamos a olvidar que ¡es una casa para descansar!
La cocina es como de juguete, pequeñita, “¡pero muy práctica! Y luce sus baldosines blancos originales, su campana de obra y la encimera de pizarra natural”. La típica cocina de pueblo donde los módulos bajos se tapan con cortinas, estas de lino rústico blanco. Su funcional distribución en paralelo conduce hacia el exterior, al rincón de estar en pleno jardín, facilitando las tareas de traer los aperitivos y comidas de un lugar a otro. Una auténtica cucada.

Subimos a la planta de arriba y un coqueto distribuidor que parece sacado de una "peli" clásica nos conduce a las distintas habitaciones de la zona de noche y el baño, como no, también rústico. El dormitorio principal nos enamora con su aire de ‘Mujercitas’. “Me apeteció darle un punto romántico y muy de campo con la tela de lino estampada de flores en colores suaves, y las mesitas de noche blancas. Pinté toda la carpintería de blanco para conseguir más luminosidad. Al pequeño balconcito vienen a comer los pájaros”. ¿Es o no una historia de amor rural?
Y cuando anochece...
Sofía y los suyos disfrutan del jardín desde el desayuno hasta la cena. “Cubrimos todo con pizarra y construimos una jardinera alrededor donde plan- tamos un castaño, ciruelos, lilos... Las hamacas son nuestro sitio favorito para pasar el tiempo, tomando un té verde frío y mirando las estrellas...”. Las mesitas nido son buenas compañeras para atender las necesidades de cada momento. ¿El detalle definitivo para un buen ambiente nocturno? Una guirnalda de luces y farolillos.
¿A que apetece ver más? Pues entra en la galería de fotos y vive un auténtico flechazo con esta casa rústica con tanto estilo. Nos tiene folling in love...