Es cierto. Esta casa tiene aires de montaña, pero un estilo a medio camino entre urbano, clásico y campestre que la hacen luminosa y atemporal. El secreto para conseguirlo es la mezcla. Así nos lo cuenta la decoradora Ana Galofré: "A mí me gusta hacer mezclas porque estas casas no solo se disfrutan en invierno. En verano, por ejemplo, puedes estar a 30º y hasta el mes de octubre puede hacer mucho calor, y entonces no te apetece un ambiente demasiado abrigado".
Una moqueta de algas
Este look atemporal en todos los sentidos lo ha logrado, como nos ha explicado, con el mix de muebles y tejidos, pero también revistiendo el suelo de un tipo de moqueta que consigue que los espacios se vean tan invernales como frescos: “es de alga, que se limpia muy fácilmente con agua, y hace que las estancias se vean acogedoras y cálidas en invierno, y frescas en verano”.
Más altura, más frescura
El envigado también juega un papel principal. Era, como hemos dicho, de madera naranja, pero, al pintarlo, ganó altura y hace que todas las estancias parezcan más altas de lo que realmente son. El toque especial aquí es que Ana dejó sin pintar las antiguas piezas de hierro que sostienen las vigas porque aportan carácter a la casa. Pero las vigas no fueron las únicas que Ana blanqueó. "Las paredes tenían gotelé. Lo quitamos y, en algunos tramos, las revestí de lamas de madera de encofrado lacadas en color lino". ¿Y por qué no en color blanco? "No lo pusimos blanco blanco porque es muy frío. En cambio, el lino da luz y calidez".
Está claro. Hay mil maneras de entender el estilo rústico. Y esta, nos ha convencido.
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