Las madres... ¡qué sabias son! Y qué verdad más grande es esa de que "madre no hay más que una". Y ¿sabes cuando tu madre hace algo que no quieres, pero al final le das las gracias? Eso fue precisamente lo que le ocurrió a Laura: “Somos de Madrid y nos trasladamos a Sitges (Barcelona). Esta casa, que está tan cerca del mar, desde el principio nos enganchó. La reformamos a nuestro gusto, y el año pasado, cuando vino mi madre, me dijo 'está preciosa, ¡mándala a El Mueble, que les va a encantar!'. Yo dije 'qué va, hombre'. ¡Y lo mandó ella desde su Facebook!”. Así fue cómo Laura, su familia, ¡su terraza! y su casa llegaron a nuestra revista y, ahora, a tu pantalla.
Y es que, cuando vienes de una ciudad grande, una de las cosas que te entra por los ojos de una vivienda como esta es el jardín, y la gran idea de tener un porche al aire libre que puedes aprovechar casi todo el año. “Antes aquí había un suelo de gres. Pusimos madera y creamos esta estructura también de madera que cubre toda la pared. Incluso los asientos forman parte de ella. ¡Es como una cajita! Con cojines alrededor, fue una manera muy fácil de ganar asientos y un rincón de estar”. Ahora, en cuanto empiezan los días más largos salen a comer fuera y casi no vuelven a entrar hasta bien acabado el verano. La mesa la mandaron hacer con maderas recuperadas que habían sobrado de la estructura del porche. “La pintamos de blanco para que quedara más luminosa, y como la pérgola deja que se cuele el sol, pero también da sombra cuando hace calor, es un rincón muy agradable”.
Entramos a la casa por la puerta corredera que comunica terraza y salón y no nos extraña nada que la madre de Laura haya decidido contarnos las dotes decorativas de su hija y lectora fiel, ¡se le da muy bien! “¡Cogí muchas ideas de El Mueble!”, nos chiva.
El salón deja disfrutar de las vistas y la claridad del jardín, con una decoración elegante en la que detacan los sillones y butaca tapizados con telas clásicas, aunque algunas de las joyas de la casa están en la cocina: “La alacena es un mueble antiguo que restauré yo. Era una librería antigua, con dos cuerpos, y puse uno encima del otro. Abajo puse cortinitas y por dentro pinté la alacena entera y le puse un papel que imita texturas de una tela gris. Colgué tres corazones ¡y le di el toque!”. ¿Y la mesa? "La hizo un carpintero que trabaja con maderas recicladas. Para la lámpara, compré una tela que me gustaba y la mandé hacer en una tienda donde hacen pantallas con la tela que tú llevas”. En este office tan acogedor desayunan y preparan las comidas que posteriormente degustarán en su gustoso porche.
Colores arena, grises y tonos pastel visten unos interiores en constante comunicación con el exterior. La casa está rodeada por amplias terrazas a las que se accede desde cada habitación. ¡Pura gozada!
Laura tiene tres hijos, una niña y dos niños, cuyas habitaciones se han decorado con muchísimo gusto. La de María, de 9 años, se ha empapelado con un estampado de corazones, mientras que la que comparten Luis y Miguel es más sobria, con un papel de rayas a modo de arrimadero que hace las delicias de los chiquis de la casa. Y es que en este hogar no falta detalle. Cada rincón posee su encanto y, lo mejor, siempre tiene una salida con vistas al exterior plagado de verde.
Qué ojo tiene Laura, ¡y cuánta razón tenía su madre! ¿Quieres comprobarlo? Entra en la galería de imágenes y mira qué bien aplicó esta lectora todos nuestro consejos en su casa.