Siempre se había utilizado como desván para guardar muebles viejos y trastos. Pero la arquitecta Cristina Carbonell supo ver su potencial y lo convirtió en una cabaña ideal para disfrutar del invierno en la montaña. Esta buhardilla de Baqueira, en el Pirineo catalán, mantiene su esencia rústica gracias al nuevo parquet de roble de color miel, que además de cubrir el suelo enmarca las paredes y los techos de pino, que se han blanqueado y barnizado al agua para mostrar sus vetas. Es una piel de madera envolvente que refleja la luz.
Recuperado abriéndolo a la luz
“En un entorno de montaña buscas que tu casa te arrope y que sea luminosa –explica Cristina–. Rehicimos la cubierta y la estructura e instalamos unos refuerzos cada 80 cm. Abrimos un gran ventanal en la fachada lateral con vistas a las montañas, y ventanas tipo Velux en la cubierta. Para que la luz traspasara los espacios, los mantuvimos despejados y elegimos puertas y lámparas acristaladas. Toda la casa se forró de madera, incluso los armarios forman parte de esta piel de madera maciza”. La chimenea se ha cubierto con el mismo parquet de roble, y la encimera de la cocina se tiñó del mismo tono para unificar. Con una barra que la abre al salón y puertas correderas acristaladas, es luminosa y fácil de recoger cuando se usa los fines de semana.
Una decoración que abriga
Bajo la espectacular cubierta, muebles decapados o de madera natural, cálidas alfombras y bancos corridos definen el salón comedor. “Como la altura varía de los 90 cm a los más de 5 metros en el punto central, los muebles se adaptan maximizando el espacio y la visión del techo”. En el altillo, con cuarto de juegos y dormitorios de invitados, un arrimadero permite apoyar bancos y camas y pasar las instalaciones. En el dormitorio principal, el cabecero y el armario delimitan el vestidor. En el infantil, las camas en “L” se mimetizan con la arquitectura. Miran hacia un cálido cielo de madera blanca. Y no hace falta nada más.