Al contrario que el resto de los mortales, que cuando nos mudamos nuestra vida se reduce a embalar cajas, nuestro humor se torna oscuro, y hasta llegamos a detestar poseer tantas cosas (¿por qué llevamos tanto tiempo guardando algunas?), y juramos que a partir de ahora profesaremos como religión el minimalismo (algo que dudosamente llegaremos a cumplir). Esta familia fue muy, pero muy, práctica: se instalaron aquí con lo imprescindible, solo algunos muebles básicos. Esta pareja con dos hijas prefirió comprobar qué necesitaban antes de darle una vuelta al interiorismo del piso. ¿No es una idea estupenda? (otro día, deberíamos pedirles un coaching en mudanzas prácticas).
El piso que se convirtió en su nuevo hogar mide 90 m2. Es decir, ni muy grande ni muy pequeño, pero sí tendente a quedarse justo para una familia de cuatro personas (aunque eso también nos puede ocurrir en un chalet de 200 metros. Es así). La casa tenía cualidades (luz, espacio...) y una ubicación perfecta, además de ser exterior y estar rodeada de verde. No respiraba el aire noble que buscaban, pero esa luz y esa vitalidad podían compensarlo.
“Cuando vinieron a verme a mi estudio, me explicaron que querían transformarlo en un hogar con carácter y personalidad”, recuerda Laura Ehlis, responsable de la decoración.
Para empezar, la decoradora recurrió a los colores, una de las claves para darle estilo. Blanco, gris y madera forman la paleta cromática de la vivienda. Uno da luz, el otro actualidad y el tercero, calidez. Sobre todo gracias al parquet con vetas y nudos vistos que ya estaba en el piso, igual que las carpinterías exteriores, lacadas en blanco.
Las puertas interiores se diseñaron todas nuevas, de más calidad; los zócalos se hicieron más altos y gruesos y “en la cocina pusimos una encimera de Krion, material con el que recubrimos también los frontales de la pared”, explica Laura. Una idea sencilla, para un cambio espectacular.
Todo el mobiliario se diseñó a medida con el objetivo de aprovechar los metros al máximo. Buenos ejemplos de ello son el mueble del salón, con armarios bajos en la zona del televisor que se prolongan en una librería alta, y el rincón que se organizó en una esquina de éste como despacho, rodeado de ventanales (así es fácil trabajar a gusto).
Las hijas comparten habitación con mobiliario blanco, que, junto con el papel pintado en rosa de Dijous, crea un ambiente romántico para las princesas de la casa. En su caso, el mueble a medida es la litera, con cajones bajo las camas y una amplia zona de almacenaje. Prácticos en esta familia son un rato (el coaching, ¿para cuándo?).