Entre el mar y la montaña, ese es el privilegio del Cantábrico. Un paisaje donde los prados se funden con la arena de la playa. El arquitecto Javier Suárez de Puga, autor de la reforma, vive en Madrid, pero trabaja mucho en la zona de Santander. “Javier ha pasado tiempo en Estados Unidos –comenta Rosa Muguiro, que firma la decoración interior–, de ahí que esta casa reviva el espíritu de la Costa Este americana”. Javier la descubrió hace ocho años cuando paseaba por la playa: “Era una edificación de los setenta, fea y realizada con ladrillo. Pero la ubicación que tenía hizo que el hallazgo se viviera como un gran regalo”, señala Rosa.
Reformada para atrapar la luz
Situada en Oyambre, Cantabria, es una atalaya que domina la costa y goza de vistas espectaculares. “La primera decisión que tomamos fue revestirla de madera y pintarla de blanco por dentro y por fuera, huyendo de colores estridentes”. Cuenta con una terraza con tarima de madera a pie de playa y se accede a la casa por unas escaleras blancas. A pesar de que su arquitectura no corresponde con la del lugar, se ha integrado perfectamente en el paisaje.
“Afrontamos la reforma dentro de la casa con una filosofía clara: queríamos ambientes luminosos que atraparan el verde de los prados y el azul del mar”
Por eso en el interior se repite la misma paleta de colores de fuera. Las paredes son de lamas blancas de madera de pino. Capturan la luz, que tanto escasea en esta zona, y resaltan los toques de azules que salpican todos los ambientes y de los beiges y tostados que también aportan calidez.
Para verano... e invierno
“Los listones blancos enmarcan los muebles pintados de azul, como la vitrina, que incluye un frente de cristal con una pequeña biblioteca, gracias a la que los propietarios releen en vacaciones sus novelas favoritas. En el salón, la chimenea con espejo no es un capricho, ni una rareza. Los propietarios visitan la casa frecuentemente durante el otoño y algún invierno. Además, les pareció un elemento imprescindible para centrar la atención del salón aunque en vacaciones pase un poco desapercibida. “Cuando empieza el calor los propietarios están todo el día en la playa y en el porche. Desayunan, comen y cenan fuera. ¡Casi forman parte del paisaje y del mar Cantábrico!”, concluyen Rosa y Javier.