Una atalaya sobre la ciudad, así define Judith Bordas este antiguo despacho barcelonés, que acabó convertido en el ático con luz y vistas que tanto buscaba. “Renovamos por completo la distribución, buscando dos cosas: una vinculación estrecha con la magnífica terraza y unas trayectorias visuales de largo recorrido, con espacios diáfanos y relacionados”, explica la propietaria. Desde la estancia que reúne cocina y comedor, la vista se pierde hacia el salón, el despacho y, finalmente, el dormitorio, donde dos ventanas se abren hacia el horizonte.