Quién lo diría, pero esta casa luminosa, amplia, vital, ¡nacida para recibir a los amigos! disfrutar de las vacaciones, la amistad, el mar y el golf, ¡la vida!, vaya... fue en su día como el gato de Roberto Carlos, triste y azul. ¡No puede ser! Pues parece que sí: “Cuando visitamos la casa por primera vez, era oscura y triste. Nuestra misión fue inyectarle vida y alegría, convertir un 'búnker' en un casa para las vacaciones perfectas”, cuentan Cristina del Pino y David del Valle, el equipo de interiorista y arquitecto responsables de la reforma. Y si llaman búnker a una casa, es porque muy alegre no debía de ser...
¿Y cómo se pasa de búnker a hogar luminoso y confortable? Cristina y David (que forman el estudio Del Valle&Del Pino) se concentraron en abrir los espacios y ampliar sus ventanas “para meter los árboles en casa”. “En la zona del comedor abrimos un gran ventanal que llena el espacio de luz y que enmarca los árboles del jardín, atrayendo su verdor hasta dentro”.
Los tabiques no se libraron: derribaron unos cuantos para tener una planta baja diáfana y colocaron alfombras para crear ambientes acogedores. “Pusimos de blanco toda las estancias, convertidas en una ‘caja neutra’ única, un lienzo donde dar toques de color con los tejidos y los detalles”, explican.
Los techos fueron otra clave. Éstos son los trucos por los que apostaron: “En toda la casa hicimos falsos techos, que dan la sensación de estar suspendidos en el aire. Allí ocultamos una luz indirecta que crea mucha atmóstera y también los rieles de las cortinas”. Más puntos para la ligereza (y ya tenemos casi olvidado el búnker...).
También se decidieron a sacar partido a esa parte de la casa que a veces nos puede parecer un desperdicio de metros, pero que si prestamos atención puede ser una buena aliada, ¡la escalera!: "Ampliamos el descansillo de la escalera para poder instalar un rincón de trabajo. Y, bajo ésta, creamos un armario profundo con mucha capacidad".
¿Y la cocina? ¿Qué hay de esa parte de la casa donde pasamos tantas horas? "En una pared situamos el mobiliario y los electrodomésticos; en la de enfrente diseñamos una barra larga con península. Un distribución muy cómoda para una cocina con trajín".
Y así es como el búnker triste y azul pasó a la historia. Ya tenemos listo un apetecible salón, un fresco y alegre jardín arbolado, una espaciosa cocina y un luminoso ¡y gran! comedor. ¡Ya estamos preparados para recibir a los amigos!