Psicólogos, filósofos, artistas... Cada vez son más las voces que defienden las virtudes de aplicar pequeñas dosis de desconexión real en nuestra vida diaria. El no hacer nada está de moda por una sencilla razón: de vez en cuando, es necesario.
Y es que el continuo bombardeo de estímulos externos nos ha llevado a abandonar prácticamente costumbres tan sanas como reflexionar, hacer balance y disfrutar del silencio... Por ello, ante momentos de agobio, detenerse puede ser muy útil para encontrar un atajo y dar con la respuesta que andábamos buscando. De igual manera, no hacer nada nos induce al aburrimiento, ese estado tan temido, pero del cual nacen magníficas ideas.
Si el niksen te resulta demasiado light, siempre puedes optar por variantes de desconexión un poco más activas, como, por ejemplo, el paseo o el running. Escritores, como Robert Walser o Enrique Vila-Matas, y músicos, como Ludovico Einaudi, afirman que los embriones de algunas de sus mejores obras germinaron durante largas caminatas. Por su parte, Haruki Murakami, el célebre novelista japonés, desconecta corriendo una hora cada día.
En definitiva, las virtudes de ese aparente estado de inacción, a nivel de salud, productividad y creatividad, son innegables. Y tú, ¿ya te has sumado al niksen?