Luminoso, acogedor, cómodo, un poco rural, vintage y también práctico. ¡Este piso lo tiene todo! ¡Es perfecto! Nos queremos mudar ¡ya! Alto ahí, un momentito. Su dueña no dice lo mismo: “Cuando hace diez años vinimos a vivir aquí, sabía que no era un lugar perfecto. El piso tiene una incómoda planta triangular, una distribución extraña y está orientado hacia el noroeste (así que tiene luz, pero en invierno no le da el sol)”. ¿Entonces? A ella todo esto no la echó para atrás, al contrario. “Para mí supuso todo un desafío, y creo que salí victoriosa”, dice (y le creemos).
Y es que Mª Antonia Molins estudió paisajismo en Inglaterra y hoy trabaja como “armonizadora de espacios, una expresión que me gusta más que la palabra interiorista”, cuenta. “Muchas veces las casas no necesitan ni grandes reformas, ni tirar tabiques, ni hacer obras... Basta con saber qué es lo que necesitan las personas que van a vivir allí", dice Mª Antonia. Y ¿cómo lo hizo para convertir este piso imperfecto en un hogar con look campestre y mejor del que se encontró?
Primer paso: Que entre la luz
“En nuestro caso, somos una familia con dos niñas pequeñas. Lo primero que hice fue ‘arrastrar’ la luz hacia el interior, que llené de colores claros. ¿Cómo lo hice? Despejé el espacio de obstáculos, puse puertas acristaladas [¡ojo! también hacia la cocina] y dejé que la luz pudiera reflejarse bien tanto en el techo como en el suelo. Así conseguí otro de los objetivos, que la cocina fuera el centro vital de la casa, porque en definitiva es el lugar donde pasamos más horas”.
Segundo: Naturaleza, pase usted
La segunda apuesta de María Antonia fue introducir la naturaleza en su casa. No solo con plantas y flores, “que siempre tengo, en todas las estancias, y que voy renovando según el ritmo de las estaciones. También las cortinas y las alfombras las adapto al paso de los meses. Y las sábanas, las pongo blancas solo a partir de mayo. En otoño e invierno las prefiero de colores cálidos. Quiero traer todo lo del exterior al interior: la luz, el clima, la vegetación y el transcurso del tiempo”.
Tercero: ¿Las lámparas? Colgantes, por favor
En otoño e invierno es cuando más brillan las mil lámparas de la casa. Son muy especiales, con una pantalla cilíndrica y que parece flotar en el aire (solo un hilo las cuelga del techo). Pero, aunque etéreas, son muy prácticas y decoran todos los rincones: del salón al dormitorio. Casi todas son de Chamusquina, la firma que Mª Antonia dirige junto a su socia Catalina Alós. Tienen pantalla de algodón o lino, cuelgan del techo con un solo hilo y gracias a un contrapeso, puedes variar su altura.
Cuarto: No temas el contraste nuevo/viejo (¡ni los dorados!)
Alguien que como María Antonia ha vivido en Inglaterra sabe que debemos tener amor por lo clásico. Incluso en las casas más prácticas y actuales, un detalle nos viene bien y mezclar ¡funciona! Ella, por ejemplo, tiene un mueble de roble en el baño, diseño de Growart, súper actual y que contrasta con el look clásico de los espejos antiguos y dorados, la banqueta de herencia familiar, tapizada con terciopelo, y las griferías retro también doradas.
Quinto: No hagas obra. Pinta
Si como ella dice, no quieres meterme en obras, recurre a un truco fácil: pinta. Mª Antonia creó una arrimadero con pintura en el cuarto de sus hijas. Y es que proteger y ensalzar la pared es sencillo. María Victoria usó solo pintura rosa, ecológica, que cubre también el radiador antiguo. Es un rosa empolvado, ligeramente sucio, con un estilo muy vintage.