Nada más lejos de la realidad. Planificación, organización y control es todo lo que necesitas. Eso sí, con un equipamiento adecuado.
1. Planificación, planificación y planificación
¿Compraste tu armario solo porque encajaba en el hueco disponible sin importarte que dentro apenas hubiera una barra y un par de baldas? Nos ha pasado a todos –sobre todo si había por medio alguna oferta– aunque, a estas alturas, segur que ya sabes que tendrás que invertir en accesorios para sacarle todo el partido.
Eso sí, antes de hacerlo, colócate delante del armario y analiza tu ropa. ¿Eres de colgar las prendas o doblarlas? ¿Tienes vestidos o prendas largas? ¿Te apasionan los complementos? Después de responder a estas preguntas haz un esquema de tu armario ideal sobre el papel (o, mejor, con alguna aplicación informática de las que muchas firmas ponen a disposición de los usuarios de forma online) en el que se contemple cada necesidad.
2. En su justa medida
¿Llevas los vestidos largos arrugados porque no caben en el hueco? O, por el contrario, ¿queda todo un espacio desaprovechado debajo de tus blusas y faldas? Es el momento de tomar medidas. En todos los sentidos. Las barras de colgar son accesorios económicos y muy versátiles si se colocan con el espacio adecuado.
Para abrigos y vestidos conviene dejar una altura de entre 140 y 170 cm; para americanas y chaquetas, entre 100 y 130 cm; para camisas y blusas, entre 90 y 120 cm; y, para pantalones, faldas y prendas cortas, entre 60 y 90 cm. En cuanto al ancho del hueco, dependerá de la cantidad de prendas, aunque el indicador más claro de si lo estamos haciendo bien es que las prendas no salgan arrugadas del armario por estar apretadas unas con otras.
3. No te pelees con tu pareja...
Al menos, no por el armario. Si no quieres estar discutiendo siempre sobre quién ha invadido el espacio de quién o quién tiene o no tiene demasiados pares de zapatos, asegúrate de planificar el armario de forma que cada uno tenga su espacio personal e inviolable.
No tiene por qué ser exactamente igual para cada miembro –eso tendrá que acordarlo cada pareja– pero sí adaptado al tipo y cantidad de ropa de cada uno.
4. Cuestión de prioridades
Cuanto más grande es el armario, más prendas acumulamos en su interior. Y, a menudo, sin lógica alguna. El resultado: preciosos minutos perdidos buscando una blusa para ir a trabajar mientras buceas entre vestidos de fiesta y playeros. La solución: tomarse un tiempo –mucho menos del que crees– para clasificar las prendas de la forma que más se ajuste a tu estilo de vida (ropa de trabajo, informal, para salir, de casa...). Destina el espacio central del armario a la que más uses y los extremos y rincones de más difícil acceso a aquellas reservadas para grandes ocasiones. Ganarás tiempo y tranquilidad, y evitarás descubrir prendas 'perdidas' al final de temporada. ¡Da mucha rabia!
5. ¿Sudaderas en julio?
Da igual que tengamos suficientes armarios en casa. La ropa de otras temporadas mezclada con la de uso actual no hace más que entorpecernos cuando buscamos qué ponernos y da sensación de caos en el armario.
Lo mejor es guardarla en cajas o bolsas especiales para ello, ya sea en el altillo del armario –la zona de más difícil acceso–, en un trastero o incluso en algún armario auxiliar destinado especialmente para ello.
6. Garantiza el orden
Ordenas el armario una y otra vez pero, ¿a los dos días vuelve a estar hecho un desastre? Quizás es el momento de sustituir esas baldas fijas en las que se amontonan pilas inestables de camisetas –de esas en las que, al sacar una, descolocas cuatro más– por unas bandejas extraíbles que te permitan un más fácil acceso. Lo mejor es que las dispongas a poca altura unas de otras, para no apilar más de dos o tres prendas en cada una de ellas.
7. Bien compartimentados
Algo similar sucede con los cajones: los de más capacidad son útiles para jerseys y prendas voluminosas pero pueden acabar siendo un pozo sin fondo en el que perder las más pequeñas y no volver a verlas hasta el final de la estación (cuando haces el cambio de armario).
Evítate el berrinche de encontrar algo que no has podido usar por haberle perdido la pista mediante clasificadores para el interior de los cajones. Los hay de todo tipo: separadores modulares, cestas, cajas...
8. Hágase la luz
Puede que la iluminación tenue resulte adecuada en un dormitorio pero no dentro del armario. Buscar a tientas una prenda nos complica innecesariamente la vida y es algo que puede solucionarse mediante la instalación de un simple foco o tira de leds.
La luz blanca de los leds te ayudará a encontrar cualquier cosa al primer vistazo. Además, el hecho de que no emitan calor -a diferencia de las bombillas incandescentes tradicionales- permite su uso en el interior de muebles sin ningún peligro.
9. Ante todo, seguridad
Los altillos de los armarios son muy prácticos para guardar cosas de poco uso y ropa de otras temporadas pero hay que tener la precaución de hacerlo de manera que no ponga en peligro nuestra integridad física cada vez que queramos bajar algo de ellos. Las cajas demasiado grandes pueden resultar muy pesadas y difíciles de manipular, por lo que conviene sustituirlas por otras más pequeñas y manejables.
Una alternativa muy práctica en el caso de armarios de suelo a techo es sustituir el altillo convencional por una barra abatible, que nos permita guardar ropa que no estemos usando colgada –con lo que te ahorrarás de doblar y planchar después– y acceder a ella de forma cómoda y segura.
10. Hay que ser previsor
¿A los cinco minutos de estrenar armario ya no te queda espacio ni para un pañuelo? Entonces quizás haya que volver al punto 1: la planificación.
El modelo ideal es el que ofrezca espacio suficiente para ir incrementando tu guardarropa –con moderación y eliminando prendas que ya no uses–, por lo que si desde el principio está lleno, quizás sea el momento de plantearse colocar algún auxiliar que lo aligere, como una cómoda para ropa plegada u otro armario complementario en otro espacio de la casa para la de menos uso.
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