“Fabiola me dijo que quería una casa muy práctica, que no hacía falta que fuera bonita. Yo sabía a qué se refería... Y que la segunda parte era mentira”. A bese de buen humor y mejor entendimiento, el interiorista Abel Pérez Gabucio, de Àbag Studio, y la dueña de esta casa han conseguido hacer realidad el sueño decorativo: que todo sea práctico, que todo sea bonito, en definitiva, que todo funcione. “Tenía que ser una casa muy práctica, por eso todo lo pensamos contando con el uso que queríamos darle”, confirma Fabiola Diaz. Y ese uso no es cualquiera. Aquí viven Fabiola, su marido y sus hijos, de dos y cinco años. Es decir, ¡hay movimiento!

La clave del acierto fue la terraza, que tiene su propia cocina completa y que se disfruta prácticamente todo el año. Y eso que no tenía buena pinta. El dúplex es de una promoción de viviendas de los 70, años en los que las terrazas y balcones eran poco menos que trasteros. Fabiola y Abel supieron ver su potencial, pero para aprovecharla mejor tuvieron que empezar la casa por el tejado. “Ubicamos la entrada en la planta de arriba que es la que tiene más luz”, nos cuenta Abel, que entendió lo que era importante para Fabiola: “Para mí, la casa significa hogar y bienestar. Significa familia y amigos. Nos encanta compartir momentos y la casa ha de invitar a ello”, apunta ella. “Menos los días de lluvia, contamos siempre con la terraza y la disfrutamos muchísimo”. Así que Abel y su equipo crearon soluciones a medida. Por ejemplo, equiparon una cocina completa en el exterior para que no hiciera falta entrar para montar una cena en la terraza. La barbacoa esconde una mesa extensible que, sumada a la redonda de las fotos, sirve para 20 comensales ya que, además de las sillas, todo el borde está equipado con bancos.

Abel se divirtió jugando al Tetris: "siempre hay una puerta secreta, algo que se transforma”, nos cuenta el interiorista. Todo está pensado para las visitas se sientan cómodas, pero sobre todo para los niños. “Usamos materiales resistentes, como el hormigón del banco exterior, pero que no resulten demasiado duros”, explica Abel. A lo que Fabiola añade la prueba definitiva: “Son pequeños aún para explicar lo que sienten, pero están felices y se nota cada vez que salimos y volvemos a casa, ¡se ponen muy contentos!”