Una pareja a lo largo de su vida como tal suele atravesar ciertas crisis. Y aunque existe la creencia que una crisis es algo malo o que tiende a acabar en ruptura, la verdad es que no es así. De una crisis, una pareja puede salir más fortalecida. Al fin y al cabo, crisis significa cambio.
Aunque cada pareja es un mundo, muchas sufren una crisis después de haber sido padres. La psicóloga y sexóloga Emma Ribas opina que, ya de por sí, convertirse en padre o madre puede acarrear "una crisis personal y también de pareja en la que hay una transformación de la persona (sobre todo de la mujer que viene con transformación de su cuerpo incluida). Algunos hombres también tienen una transformación como personas y otros no, que suelen ser los que no se involucran tanto en la paternidad". Y aunque los motivos son varios, hay algunos que acostumbran a "repetirse", como un denominador común. ¿Cuáles son estos motivos?
- Cambio de roles y dinámicas: la pareja se convierte en una familia y requiere "un proceso de adaptación puesto que significa que la relación de pareja queda más abandonada" ante la nueva situación.
- La caída de un mito: Según Ribas, "hay mujeres que creen que siendo madres se sentirán realizadas en un estado de absoluta felicidad. Y cuando se convierten en madres se dan cuenta que no tienen ese instinto maternal del cual nos han hablado siempre y que esta situación no es la que querían. Por contra, también hay mujeres que creen que no tienen instinto y que cuando se convierten en madres les encanta."
- Frustración: La sexóloga considera que "la sociedad y los medios de comunicación nos venden un concepto de maternidad y paternidad idílico. Esa expectativa idealizada hace que, cuando la pareja se encuentra con la realidad, se cree un marco de frustración que puede llegar a dejar a las personas "tocadas" y a la pareja también.
Antes de tener hijos
La comunicación en la pareja es muy importante, con crisis o sin ella. Por eso, es importante expresar temores, expectativas, ilusiones, etc. antes de tener hijos.
"Un ejercicio que ayuda a las parejas antes de ser padres es preguntarse en qué punto está la relación en una escala del 0 al 10 donde el 0 es muy mal y el 10 es perfecto. Cuando se tienen hijos, la puntuación suele disminuir así que si contestan un 6, después de ser padres esa puntuación se puede convertir en un suspenso", explica Emma.
¿Qué hacer entonces? "Hay que reforzar la pareja antes de tener un hijo (ya sea el primero o el segundo). Un bebé suele comportar mucha atención y también estrés. Hay que reforzar cualquier debilidad, mejorar la sexualidad de la pareja... Convertirse en padres no resuelve las debilidades, al contrario, pueden empeorar", añade.
Otro punto a tratar antes de la llegada de un bebé es tener información e intentar prevenir situaciones de estrés. "Puede que te toque el bebé osito, que duerme mucho y es tranquilo, o que tengas el bebé que llora, hace varias tomas por la noche y es más inquieto, que es el tipo de comportamiento del bebé más común.
Esto provoca situaciones de estrés y en ocasiones las parejas se quedan como si una apisonadora hubiese pasado sobre ellos", explica Emma. Para evitarlo, la psicóloga recomienda hablar y prevenir cualquier situación: cómo se organizarán, si tendrán ayuda o no, qué tareas puede asumir cada uno... "Puede que luego la situación cambie pero si se habla primero y ya existen unos acuerdos preestablecidos será mejor para la pareja", añade.
Después de tener hijos
Con la llegada del bebé es cuando realmente las parejas chocan con una nueva realidad y hay que adaptarse. "Nos convertimos en una familia y no solo la pareja suele desaparecer sino que muchas veces existe la sensación que incluso nosotros mismos y nuestras necesidades desaparecen, sobre todo las necesidades de las mujeres", advierte Emma.
Y es que antes de ser padres tenemos mucha información sobre el tipo de ropa que necesitará el bebé, cómo debe de ser la habitación, qué hay que esperar durante el embarazo y el parto pero "por ejemplo nos olvidamos del postparto", explica Ribas. "Aunque las cosas están cambiando, la falta de igualdad hace que sea la madre la que carga con una gran parte siendo el miembro de la pareja que intenta conciliar más, dando más importancia a la maternidad que al trabajo".
"En el momento del postparto", continúa la psicóloga "es la mujer quien tiene la baja y el hombre debe volver al trabajo. Muchas mujeres pueden sentirse solas, y si la pareja no ha hablado o trabajado en equipo, se genera un desequilibrio que, si se perpetúa a lo largo de años de relación, puede desembocar en ruptura porque la persona que eligió para hacer un equipo, una familia no ha estado a la altura ni ha respondido como ella esperaba", explica Emma.
Y es que el hecho de crear una familia no significa olvidar a la pareja. Así que para superar una posible crisis lo mejor según Ribas es "recuperar los espacios propios y los espacios de pareja. Hay que preguntarse qué hacíais antes y qué hacéis ahora. De ese modo reconectaréis con aquello que os hacía sentir bien y podréis volver a llevarlas a cabo otra vez".
¿Y los más peques de la casa?
Puede que la crisis se haga patente cuando el hijo es mayor o con la llegada de un segundo hijo. Y también puede ser que la crisis acaben en ruptura. Una de las cosas que más preocupación causa a los padres es cómo van a vivir la separación los hijos. La psicóloga infanto-juvenil Núria Torrent nos recuerda que las separaciones son una realidad en nuestra sociedad actual. "Los niños ven cómo los padres de sus amigos viven separados y en cierta manera lo normalizan, no es algo novedoso para ellos en nuestra sociedad. Se pueden cuestionar si sus propios padres van a separarse, rompiendo así el núcleo afectivo más importante para su desarrollo".
Respecto a si los niños se dan cuenta de los problemas de los mayores , podríamos decir que nuestros hijos son pequeños, pero no tontos: "Se convierten así en espectadores pasivos de la separación. Aunque los adultos no seamos conscientes, ellos se dan cuenta si la separación es de mutuo acuerdo o no, que la dinámica familiar está cambiando y en muchas ocasiones se está creando un ambiente hostil, con poco cariño y respeto", explica Núria.
La importancia de una buena gestión emocional
Una separación no es fácil y afecta tanto a pequeños como a mayores. Núria explica que el impacto emocional en nuestros hijos de la ruptura dependerá de cómo gestionemos los adultos (tanto los padres como el resto del entorno familiar) todo el proceso. "Si les transmitimos que la separación es la mejor solución para los problemas que han surgido entre sus padres, les ayudará a vivir todo el proceso con menos sufrimiento. Por el contrario, si se inicia una guerra verbal en el entorno familiar en el que de manera directa o indirecta los hijos se ven partícipes del conflicto, el impacto será mayor, provocando un elevado nivel de estrés y aumentando el riesgo de problemas psicológicos", añade la psicóloga.
Si al final, la pareja decide separarse lo mejor será seguir unas pautas para que el proceso se lleve de manera adecuada y así no les afecte tanto a los niños.
Los tips de Núria Torrent
- Todos los hijos tienen que ser informados de la situación. Se adecuará el vocabulario en función de la edad pero hasta los más pequeños necesitaran una explicación de lo que está sucediendo y lo que va a pasar a partir de ahora.
- Explicarles el motivo de la separación de manera simple. Más adelante serán los propios hijos que nos harán llegar sus dudas. Es importante permitirles ese espacio y tiempo para resolver sus dudas y miedos ante la nueva situación.
- Cada niño/a reaccionará de manera diferente de acuerdo con su carácter y personalidad. Respetémoslo.
- Explicarles cómo será la la dinámica familiar ahora (que cada padre tendrá su propia casa etc).
- En los niños más pequeños, el vínculo afectivo no cambia. Sus padres siguen siendo sus padres, no están capacitados para tomar parte entre uno u otro.
- Por muy mala que sea la relación conyugal actual, los niños necesitan tanto al padre como a la madre, facilitarles y proporcionarles el contacto con ambos.
- Hacer hincapié en que los padres tienen que ser conscientes que las desavenencias y conflictos han de limitarse a la pareja, nunca hacer partícipes a los hijos. Evitar hablar mal del padre o la madre delante del hijo.