A pesar de todo (de los achaques, de las dificultades para movernos, despistes...) si tienes salud hay que saber celebrar cada año de vida.
Pero más allá de la actitud, del espíritu que tengamos, no podemos negar que durante la vejez existen ciertos handicaps a nivel físico que pueden llegar a dificultarnos nuestra rutina diaria. Incluso en casa.
Aunque puede que al pensar en el futuro veas este tema algo lejano, puedes verte en esta situación con tus padres o abuelos y un par de consejos nunca están de más.
No menosprecies los sentimientos, sobre todo los ajenos
Si tienes que adaptar la casa de tus padres puede que debas hacer alguna reforma sobre todo según el grado de dependencia de tu familiares. Estos cambios pueden ser muy razonables ante tus ojos pero no ante la persona mayor. Escucha y acepta su opinión.
Por ejemplo, puede que tenga una cómoda muy antigua cuyos cajones sean muy pesados. Pero es una herencia familiar y por lo tanto conlleva una una gran carga sentimental y simbólica que no hay que ignorar. Quizás sea mejor conservar dicho mueble porque forma parte del pasado y de la memoria de la persona. Son recuerdos de su vida que hay que respetar.
Busca soluciones sencillas
Si resulta que hay escaleras y subirlas o bajarlas es toda una odisea, en lugar de intentar instalar un sistema de remonte (o incluso un ascensor) quizás sea mejor y más barato trasladar el dormitorio y el baño a la misma planta.
No lo hagas todo a la vez
Si tienes que reformar no cambies de la noche a la mañana toda la casa. Aprovecha las oportunidades para hacer pequeños cambios y consulta su opinión. Por ejemplo, si hay que pintar el dormitorio quizás es el momento de instalar más enchufes o interruptores para facilitar el encendido y el apagado de la habitación (y por lo tanto, evitar posibles caídas en la oscuridad).
La vejez no es sencilla para nadie pero con la actitud adecuada y una casa adaptada es otra etapa más que hay que disfrutar.